Quiero pensar que las presiones del presidente del Villarreal sobre la Federación Española de Fútbol, ya que de Suiza la UEFA le ha echado con cajas destempladas, no son más que una pantalla para justificarse ante la afición y sus propios compañeros de junta.

No se sostiene, porque atenta contra el más simple de los espíritus deportivos, que, en su desesperación por no haber conseguido su clasificación sobre el terreno de juego, ni siquiera haberla merecido, los mandos del ´Submarino´ hayan removido cielo y tierra primero para acceder a la Liga Europea a costa de la ampliación antireglamentaria de las plazas asignadas a España y, ahora, aunque sea a través de una denuncia sin sentido que ya probó sin fortuna el mismísimo Athletic de Bilbao. La verdad, apreciábamos otro estilo en este Villarreal con piel de modesto bajo la que se esconde la chequera monumental con la que Roig pretende hacerles sombra a Florentino Pérez, Joan Laporta y sobre todo, a sus muy cercanos vecinos de Valencia.

Con Valverde al timón, el ´Submarino´, sobrenombre que para mayor vergüenza le robó al Cádiz, recibió demasiadas cargas de profundidad que a punto le llevaron al fondo del océano. Ahora, recuperado su nivel de flotación, se ha puesto a disparar torpedos a diestro y siniestro, por si alguno da en el blanco, sin importarle los daños colaterales. A eso se le llama no saber perder. Y punto.