Alemania vivió ayer en estado de shock el día posterior al suicidio de Robert Enke, portero de una selección alemana de fútbol devastada anímicamente e incapaz de jugar el amistoso que tenía programado para este sábado frente a Chile.

Los elogios a Enke se sucedieron ayer mientras detalles del triste hecho comenzaban a aflorar, entre ellos la depresión –a consecuencia de la muerte de su hija de dos años en 2006– contra la que durante años luchó el ex guardameta del Barcelona, Tenerife y, hasta el martes, del Hannover. Enke saltó a las vías y dejó que le atropellara un tren en la noche del martes.

"No me salen las palabras. Estoy totalmente trastornado, totalmente vacío", reconoció el seleccionador alemán, Joachim Löw.

"Yo intenté estar ahí para él. Creíamos que con amor, todo funciona. Pero no es así", se lamentó su viuda, Teresa Enke.