Mateu Alemany recupera al Mallorca, pero no es ni Mr. Marshall ni el hombre milagro. La diferencia estriba en que inspira un grado de confianza entre la sociedad mallorquina, la afición y todos los estratos del club, que Javier Martí Asensio no supo ganarse ni generar.

No merece la pena perder ni un minuto más de tiempo, ni gastar un solo mililitro de tinta con la propiedad saliente. Si acaso expresar nuestra más profunda decepción por el papelote de Luis Martí Mingarro a quien teníamos en un concepto muy diferente al que nos queda tras la pesadilla vivida estos últimos tres meses en el club.

Al resto del Consejo de Administración de la insitución no lo podemos meter en el mismo saco, especialmente al presidente Bartomeu Vidal que no sólo ha tenido que bailar con la más fea y ha marcado el ritmo con soltura, sino que no ha querido tomar parte en la burla y, sin alharacas ni pérdida de la compostura, se ha alineado con la justicia cual corresponde a su profesión, porque ser justo no consiste en contentar a todas las partes, sino en formar junto a la verdad.

El retorno de las aguas a su cauce no obliga a Mateu Alemany, reconocido su error y aprendida la lección, a ser cabecera de cartel. Tendrá que tomar algunas decisiones que soslayó hace meses pero, si yo fuera él, huiría de los focos y, en lugar de dedicarme al día de hoy, me sumergiría en las profundidades del mañana.