Este ha sido el año de la confirmación para una joven promesa en la que no todo el mundo creía. Muchos veían en este mallorquín de 22 años otro proyecto que no estaba claro si llegaría a buen puerto, pero a base de poles y de podios ha demostrado que no está ahí arriba por casualidad. Un subcampeonato de MotoGP en el segundo año y con tan corta edad no lo han conseguido ni los más grandes.

Y quizás ahí esté uno de los problemas con los que tendrá que lidiar Lorenzo: el año que viene es el año del asalto definitivo al campeonato. Este año se ha escapado por muy poco, y eso dice mucho de un Jorge Lorenzo que se ha batido el cobre con el más grande de todos los tiempos, un tal Valentino Rossi. Pero a Jorge eso no le asusta. Jorge le ha rebasado, adelantado, vencido, humillado, sacado de quicio, le ha obligado a ir al límite, le ha obligado a cometer errores y le ha hecho llevar orejas de burro...

El italiano sabe que su verdadero rival en muchos años está al otro lado del box, es joven, insolente y mallorquín. Nunca se había topado con alguien tan descarado sobre la moto, con ese desparpajo que sólo los genios pueden demostrar sobre un misil que vuela a 300 por hora.

Pero el año que viene no será nada sencillo. Otros jóvenes descarados llegan a la categoría reina para comerse parte del pastel, y esos jóvenes atesoran mundiales y calidad. Bautista y Simoncelli son la punta de lanza de la nueva hornada de MotoGP, que junto con un renacido Stoner y un Pedrosa con el que siempre hay que contar están dispuestos a meter las narices en el duelo de los dos pilotos del Fiat Yamaha. Un duelo a muerte que nos van a volver a brindar un tal Valentino Rossi y un insolente, descarado y genial mallorquín llamado Jorge Lorenzo.

Solo ganará el que sea más rápido en desenfundar y en pilotar. Y espero que sea el insolente, descarado y genial piloto mallorquín el que acabe con más muescas en su cinturón.