Se cumplen poco más de treinta años de la que seguramente ha sido la peor crisis de la historia del Mallorca. Su ingrata memoria permite apreciar preocupantes paralelismos con su situación actual aunque está demostrado que el hombre no aprende nada de su pasado y vive el presente sin pensar en su futuro.

En la segunda mitad de la década de los setenta ya había jugadores sin cobrar y, peor aún, tampoco se sufragaban los recibos del teléfono y el suministro de energía eléctrica. La del Ono Estadi al menos la paga el Ayuntamiento. Lo cierto es que la única diferencia entre lo que pasa ahora y lo ocurrido entonces, es que los responsables de aquella debacle eran mallorquines y los del presente caos han venido de Madrid.

Abramos un paréntesis para recordar ciertos acontecimientos que, debido al paso del tiempo, pueden parecer graciosos, pero que para nada lo fueron en el momento en que, sobre todos los futbolistas, los tuvieron que sufrir. Muchos de ellos sudaron para ganar el vestuario del Guillermo Olagüe, campo del Gandía, después de que, en los prolegómenos del lance, un miembro de la Comisión Gestora que regía los destinos del club se encarara con el público mostrando un fajo de billetes de mil con los que presumía de haber sobornado al portero local. Nunca supimos si sólo trataba de bromear o iba en serio, pero nadie allí se lo tomó a risa.

También se produjeron incidentes en el campo de El Cérvol, de Vinaroz, como producto de la agresión de un jugador del Mallorca a otro local. Aquella aciaga jornada, la expedición se encontró con un gran atasco en la carretera de Valencia, en cuyo aeropuerto de Manises debía embarcar el equipo de regreso a Palma. Pese a los vanos, y a veces incluso peligrosos, intentos del conductor del autocar, el vuelo partió sin ellos y ningún directivo quiso responsabilizarse de pagar una noche de alojamiento en algún hotel de las cercanías, por lo que los jugadores tuvieron que dormir en los bancos del aeródromo y comprarse algún bocadillo para la cena.

Igual que el pasado mes de julio Cléber o David Navarro, también entonces hubo profesionales que denunciaron al club. Aparicio, aunque luego retiró su demanda, Heredia, que reclamaba ochocientas mil pesetas, Matamoros, Gallardo, Mariano,.... en fin bastantes de ellos. De hecho la Federación -que más tarde salvaría al club gracias a la mediación de Pablo Porta cuando Miquel Contestí ya había sido nombrado presidente-sólo permitió inscribir a jugadores amateurs. Sin embargo la denuncia que más tiempo duró y que más afectó la imagen del club, dejándole en ridículo ante toda la España futbolística, fue la interpuesta por el jugador angoleño Jorge Mendonça. Se le debía dinero desde finales de la temporada 1969-70 cuando llegó a bombo y platillo procedente del Atlético de Madrid.

Estuvo más tiempo lesionado que en activo, pero sus abogados consiguieron que Magistratura de Trabajo embargara los derechos federativos de los jugadores, es decir sus hipotéticos traspasos, que fueron subastados en la propia sede judicial, entonces situada en la calle Olmos. Se presentó un único comprador que adquirió aquellos bienes sin tener que pujar. No obstante, prosperaron posteriormente los recursos presentados por Manuel Barceló, con el apoyo de la Federación Española, por lo que aquel acto fue retrocedido y definitivamente suspendido.

Ojalá no tengamos que revivir tan penosos como inolvidables acontecimientos.