Salvado el primer escollo, porque el Xerez no alcanza la categoría de problema, ni siquiera de dificultad, este absurdo paréntesis liguero, inventado por la inefable Fifa para engordar el negocio de las selecciones, debería ser aprovechado por el consejero delegado del Mallorca y su entrenador para acercar posturas y aclarar lo que, siendo benevolentes, calificaríamos de desentendimientos.

Martí Asensio tuvo hasta ayer para cerrar el fichaje de Borja y lo hizo, lo que reduce las quejas de Manzano a la operación Camuñas, fallida por su empeño personal en el fichaje de China. El regreso del centrocampista obliga al técnico a asumir la plena responsabilidad del rendimiento de una plantilla en cuya formación apenas ha intervenido pero, complacido a última hora, tendrá que apechugar con las consecuencias del éxito cifrado en la permanencia o el fracaso.

El fútbol español, en general mal estructurado, carece de la figura del manager que, un escalón por encima del banquillo o tal vez como inquilino permanente del mismo, aglutina la gestión deportiva del club. En la Premier las funciones de unos y otros están perfectamente delimitadas y, como consecuencia de ello, enfrentamientos como los que se han producido aquí se dan sólo en circunstancias extremas. No le demos más vueltas. Ahora mismo la pelota ha cambiado de tejado.