No vayamos a dramatizar. El 14 de agosto, y aún faltan quince días, del año pasado se habían marchado Jonás, Ibagaza, Güiza y Borja Valero y aún no se había gastado un solo euro

hasta que Aritz Aduriz saltó la banca y Enrique Corrales se llevó la propina.

Está muy claro lo que pide Manzano, suplir los puestos ocupados por Scaloni, David Navarro, Cléber, Jurado y, si se tercia, Arango. Encontrar jugadores de parecido nivel será tarea árdua para Nando Pons, pero no es la primera vez ni será la última en la que el Real Mallorca sale a mercadear sin una sola moneda en sus bolsillos.

Ciertamente no quedan gangas, ni en el fútbol ni en cualquier otro ámbito, pero todavía falta un mes para que comience la Liga, el Mallorca arranca en casa y frente a un rival en peores condiciones, el Xerez, y no hay que descartar que se apure el plazo para reforzar una plantilla necesitada.

Alemany, en otro orden de cosas, es un maestro en el arte de la paciencia. Ha demostrado no descomponerse en un asunto tan delicado como la venta de sus acciones y mucho menos lo hará tratándo de comprar futolistas. No es el único frente en el que precisa mimbres, puesto que el club se halla desestructurado internamente y tan importante es la plantilla del primer equipo, como la de la planta noble del Ono Estadi. El rumbo está marcado. Al menos sabemos que hay capitán y tripulación, que no es poco. Puede que haya que navegar con tiento, pero la nave no se hundirá.