Hay quien afirma que para encontrarle emoción a esta liga habría que darle la vuelta a la clasificación. No le vamos a quitar razón porque la diferencia, por razones diferentes, del Barça y el Real Madrid respecto al resto, donde únicamente el Sevilla emerge ligeramente de la mediocridad, se refleja tanto en el terreno de juego como en la puntuación. Es en la lucha por la permanencia donde la tensión crece jornada tras jornada y si hasta el Espanyol se ve con fuerzas para salir del atolladero, es que la segunda mitad de la tabla aún tiene asignaturas pendientes.

SEMANA DECISIVA. El Mallorca es uno de ellos. Por unas causas u otras y algunas desgraciadamente bien conocidas, suspendió demasiados parciales y ahora es cuando echamos de menos notas más elevadas en determinados exámenes recientes. Los tres puntos que se escaparon del zurrón en sendos viajes a Montjuic y San Mamés, dibujarían un paisaje bastante diferente porque, aún siendo bueno el empate del sábado en Málaga, se hace impresindible ganar dos de los próximos tres partidos para evitar los agobios que el calendario reserva en su tramo final. Y cuanto antes mejor, puesto que el domingo próximo y el primer fin de semana de mayo tendrá que enfrentarse no sólo al Recreativo y el Getafe, sino a la desesperación añadida de ambos.

UN PARÉNTESIS. En medio de tamaño maremágnum, hoy se hace imprescindible abrir un párrafo entre corchetes para festejar y loar el quinto triunfo consecutivo de Rafel Nadal en Montecarlo. Si el mejor Djokovic, y el de ayer lo fue hasta el cuarto juego del tercer set, no pude con él, será difícil que, sobre su superficie preferida, el de Manacor conceda facilidades. Federer, bendecido por Tiriac como el mejor tenista de todos los tiempos técnicamente hablando, aún no ha digerido Wimbledon 2008 y da la sensación de que recuperar su supremacía en el verde se ha convertido en su objetivo prioritario. Pero puede llegar con la moral muy tocada, al contrario que nuestro paisano, capaz de levantar trofeos incluso sin utilizar su mejor tenis y con gesto adusto e inquieto.

ESPÍRITU APARTE. Son deportes diferentes y si las comparaciones casi siempre son desaconsejables, el abismo entre el deporte colectivo y el individual es imposible de salvar excepto en una cosa: el alma. Lo que hace grande al tenista es lo que está al alcance de cualquiera porque, como decía mi antiguo profesor de matemáticas, los grandes inventores no eran genios sino personas como las demás que, por determinadas virtudes como el tesón o el estudio, hallaban fórmulas sencillas cuyos postulados pasaban inadvertidos a la mayoría silenciosa y zángana. Humildad, afán de superación, sacrificio y compañerismo, ésta es la receta del campeón con la que el Mallorca podrá alcanzar la meta.

un desbarajuste. El sometimiento de los clubes a la dictadura de la televisión merece capítulo aparte. Que una jornada como la trigésimo segunda, de capital importancia, se dispute en tres días distintos y con horarios de locura, no solamente constituye una manipulación competitiva del más alto nivel, sino la maniobra más zafia e inconsecuente para echar de los estadios a mayores, niños y trabajadores porque, desagraciademente, los inscritos en el creciente registro del paro no pueden sufragarse una entrada. Quien se baja los pantalones una vez, es difícil que se los recoloque y los clubes hacen cola para recibir un mendrugo de pan al mismo tiempo que su sentencia de muerte. ¡Al tiempo!