Lo de este equipo no tiene explicación. Transcurridos los primeros partidos de la segunda vuelta descubrimos que esta plantilla era competitiva para jugar en Primera División y que no estaba irremediablemente abocada al descenso. Aquello fue un descubrimiento que asombró incluso a los responsables del club. Pero es que el nivel dado en los últimos partidos certifica que este Mallorca estaba capacitado para luchar por metas más ambiciosas que mantener la categoría. Los resultados avalan esta afirmación, pero además ninguno de los doce rivales contra los que han jugado los mallorquinistas han demostrado ser superiores. El alivio generalizado por tener la permanencia más que encarrilada ha dado paso a una cierta frustración por haber echado a perder en la primera vuelta una temporada en la que el aficionado se podría haber ilusionado por cotas más altas.

Había equipo. El Málaga es el ejemplo. Los andaluces apuntan nada menos que a la Liga de Campeones con un equipo de poco lustre y al que el Mallorca podría haber doblegado si hubiera apretado un poco más el acelerador. ¿Acaso el Málaga es mejor equipo que el Mallorca? No. Pero ahí están uno y otro. La competición terminará con la sensación de que los rojillos podrían haber hecho algo más de no ser por la escandalosa pájara deportiva por la que pasaron los primeros meses de Campeonato. Por lo visto había equipo. El bajo nivel de la Liga española habría hecho el resto.

Fidelidad por millones. Mediapro ha prometido inundar con millones de euros las maltrechas arcas de los clubes de Primera División. Éstos, por su parte, han pagado a la productora con su lealtad en la llamada Guerra del fútbol. El futuro -y la salvación para algunos- pasa por el dinero de Jaume Roures. Pan para hoy y hambre para mañana, conociendo la facilidad de derroche y endeudamiento de los presidentes en fichajes ruinosos y nóminas desorbitadas. La Sexta se ha embarcado en una orgía por emitir partidos en abierto desoyendo las resoluciones judiciales. Nuestro canal autonómico va a rueda y consigue triplicar su audiencia media con la retransmisión de los partidos del Mallorca. Veremos cómo acabará todo esto.

ascensos y caídas El tenista de Manacor confirmó ayer su idilio con la tierra batida. Barrió a Djokovic y ganó su quinta edición consecutiva del torneo de Montecarlo, lo nunca visto por tierras monegascas. El mallorquín no levanta el pie del acelerador mientras su némesis no levanta cabeza. Roger Federer sigue arrastrándose por la pista, incapaz de frenar su caída libre. Hasta tal punto de que el suizo ha dejado de mirar hacia el número 1 del mundo y se pregunta si será capaz de defender su segunda posición.

Discursos diferentes. Otro mallorquín que pisa fuerte es Rudy Fernández. Ya se había dado a conocer en la NBA, pero esta semana ha entrado en su historia. El palmesano batió el récord de triples de un novato en el campeonato norteamericano, y eso que no es titular. Por cierto que da gusto oír la naturalidad con la que se expresan él y otros deportistas que no se dedican a darle patadas a un balón. La razón es que Rudy no se cree un Dios, a diferencia de la mayoría de futbolistas.

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