Corren nuevos tiempos o, simplemente, distintos. El Mallorca ha cambiado su modus operandi y ha pasado de demorar sus fichajes hasta casi la última semana de agosto a la espera de rebajas, a adelantarse a la liquidación para tenerlo casi todo atado al comienzo de la pretemporada.

Pero no todo está cerrado. Como bien dijo ayer el presidente restan dos o tres refuerzos por llegar, lo que coincide con un somero repaso a la configuración de la plantilla en la que se observan huecos a la altura de los centrales, según dejó entrever Manzano, así como en el medio que pivota por delante de la defensa y el delantero en quien descanse la suerte definitiva del gol.

Si actúa como en él ha sido habitual, el técnico comenzará la liga otorgando su confianza a los supervivientes de la exitosa temporada anterior. Aún así, es pronto para este tipo de cábalas, sobre todo si uno no consigue espantar la mosca detrás de la oreja que se concreta en el acecho de que son objeto Miguelo Angel Moyá o Arangopor parte de otros clubs. En este compás de espera y a título de acotación, habría que destacar el trabajo de la dirección deportiva: eficacia máxima en tiempo de crisis.