Volverá a casa, sí, y casi por Navidad. La cuestión es cómo, ya que cuándo, dónde y por qué, había quedado meridianamente claro. Es decir ahora, a Renault y por muchos millones de euros, diferencias con MacLaren aparte. Pero hay otras cuestiones mucho menos transparentes y son sus privilegios en el equipo, en dura competencia con el joven Piquet, el muy hijo de su padre dicho sea con todo respeto y sin ofender, igual que las carcaterísticas del vehículo que Renault va a poner a su disposición después de las críticas que, por parte del propio Alonso, recibió el modelo con el que, pese a todo, triunfó.

Me decía ayer un industrial del sector del automóvil que desde que se confirmó la noticia, las peticiones de turismos de la marca ya se había disparado en toda España. En este sentido la inversión habrá merecido la pena tanto para la empresa como para el piloto.

Ahora viene la parte deportiva. La labor de todo un equipo que ya conoce a su nuevo jefe de filas como éste les conoce a ellos, pero a Alonso se le exige no sólo participar sino también ser campeón del Mundo y, aunque competir por tamaño objetivo ya es difícil de por sí, el contrato ahora reconocido implica un compromiso tácito e ineludible que va a marcar la imagen del deportista español y de la marca francesa.

La cuenta atrás ya ha comenzado, aunque no lo haya hecho el campeonato y los lamentables acontecimientos vividos esta temporada, espionajes y contraespionajes incluidos, volverán a sembrar polémica y discordia.