El Mallorca tiene dos caras. Cuando juega ante su afición y cuando lo hace lejos de su estadio. En el Ono Estadi ha sumado once de los veinte puntos con que cuenta al término de la decimocuarta jornada, por nueve en los desplazamientos. Prácticamente igual. Pero es fuera de la isla donde el equipo despliega su mejor fútbol, y que casi siempre llega acompañado de resultados.

De hecho, de las tres victorias del Mallorca en su estadio, la primera, ante el Levante en el estreno de la Liga, fue la única que se consiguió de forma holgada, sin sufrimientos. Las dos restantes, ante el Valladolid y Getafe, son difíciles de olvidar por la forma en que llegaron. Ambas tras remontar dos goles. Al final se sonrió, pero a qué precio.

El empate de ayer ante el Murcia, de la misma manera que ante el Espanyol (2-2) llegó después de que los rivales se adelantaran en el marcador. Los de Valverde remontaron un 1-0 y sólo Güiza a los 68 minutos -como Webó el domingo- evitó la derrota.

Las dos derrotas en casa, ante el Villarreal y Valencia, llegaron sin merecerlo porque ni castellonenses ni valencianos demostraron ser mejores que los de Manzano.

Lejos de Palma se han sumado dos puntos menos, pero la imagen del equipo ha salido casi siempre reforzada. Por juego y por ocasiones. El equipo demuestra sentirse a gusto jugando a la contra, con un Ibagaza clarividente, un Güiza letal y un Varela al que le entra todo. Fuera ha sumado tantas derrotas como en casa, dos, en Sevilla ante el Betis del ya ex técnico verdiblanco Héctor Cúper (3-0), en un partido para olvidar de los mallorquinistas; y en el Bernabéu ante el Real Madrid (4-3) en un partido que no debió perder el Mallorca. El árbitro Fernández Borbalán no vio unas claras manos de Heinze en el área y el gol de Robinho fue en fuera de juego, bastante más claro que el que Velasco Carballo pitó a Güiza. El Mallorca dio una imagen de equipo grande, de saber a lo que juega.

Lo mismo ocurrió en los empates ante el Atlético de Madrid, Almería y Deportivo, en donde estuvo más cerca la victoria que la derrota.

Las dos victorias a domicilio fueron incontestables. Ante el Recre (0-2) y Sevilla (1-2) el Mallorca se mostró muy superior a sus rivales. El equipo ganó y convenció por su don de mando, por llevar el ritmo del partido desde el pitido inicial. Ante el equipo de Víctor Muñoz, que el domingo salió de la zona de descenso tras superar al Zaragoza, era previsible. Hoy por hoy el Mallorca es muy superior a los onubenses. Más sorprendente fue la victoria ante el Sevilla, no porque no se la mereciera, sino por la entidad del rival.

Ahora espera el Racing, una de las revelaciones de la temporada. Será una buena piedra de toque para el conjunto de Manzano y comprobar si lo de jugar bien lejos del Ono sigue siendo una realidad. Una victoria en El Nuevo Sardinero permitiría igualar a puntos con los cántabros. Un aliciente más.