Bueno, pues, ¡hola a todos y también adiós! Ésta es mi última entrega y llega un día más tarde de lo esperado pero, como ya dije ayer, me resultaba imposible escribirla. Ya os podéis imaginar qué locura de día tuve y lo contento que estaba. No me lo podía creer.

(...)Voy a empezar con el día de la final y luego hablaré de cómo he pasado el día de hoy. ¡Han ocurrido un montón de cosas! No creo que lo pueda contar todo... Necesitaríamos doce entregas como ésta para que os pudiera contar los dos últimos días, pero trataré de daros algo de información (...).

Cuando se terminó el partido, sentí la necesidad de subirme inmediatamente a las gradas para dar un abrazo a mi familia. Para mí, la familia lo es todo y quería abrazar a mis tíos, a mi madre y, especialmente, a mi padre. Os voy a contar, además, qué es lo que le dije. "Gracias por todo, papá!", eso le dije a mi padre, y no pudimos más y nos echamos a llorar. Me imagino que ésa era la razón por la que no quería soltarse de mí, porque no quería que todo el mundo viera que estaba llorando. Fue un momento de lo más especial.

Recogí mi trofeo y yo ya le había dicho a Benito, de la ATP, que, cuando me tocara pronunciar unas palabras antes de la entrega, iba a hablar mucho de Roger, así que eso es lo que hice. Pronuncié mi discurso en español. Cuando en la segunda frase dije lo grande que es Roger, hubo algunos que empezaron a abuchearme. No sabía lo que estaba pasando. (...) Enseguida nos dimos cuenta todos de que el traductor no estaba recogiendo lo que yo decía. Todo el mundo creyó que yo estaba hablando de mí mismo. No fue más que un malentendido. Yo estaba elogiando a Roger, no me refería a mí, y siempre elogiaré a Roger porque es una magnífica persona y un magnífico campeón.

Antes de que pasemos a hablar de ir a los vestuarios, dejadme que os diga que recoger el trofeo fue algo que me resultó muy emocionante. Recoger el trofeo, y muy especialmente ver que la bandera española se izaba mientras sonaba el himno nacional en mi honor, resultó muy especial.

Volvimos a los vestuarios después de haber hablado para todas las televisiones y allí estaba la princesa de España con su marido, esperando a la entrada de los vestuarios. Estuvimos charlando un poco y nos hicimos unas fotos. Les doy otra vez las gracias por haber venido.

La rueda de prensa se prolongó bastante, luego tuve a la televisión española en directo, y luego tuve que hablar para las radios, y luego otra vez con más televisiones, y luego aún más con otras televisiones. Por cierto, que me olvidé pasar el control ´anti-doping´. Eran alrededor de las diez de la noche cuando entré en la sala en la que hacen las pruebas.

El caso es que, por no alargar más la cosa, nos fuimos del club a eso de las once menos cuarto de la noche, con toda mi familia esperándome en el hotel. Teníamos programado ir a la embajada española... es una tradición pasar a saludar al embajador. Llegamos allí muy tarde, a las once y veinte, así que tuve que pedir disculpas porque no son horas de presentarse en casa de nadie. La visita a la embajada es una cosa muy emocionante porque está allí todo el mundo esperándote, con las banderas y todo eso. El caso es que estuvimos allí hasta medianoche, que nos fuimos, y Carlos Costa, mi representante, había reservado un restaurante estupendo, el Trocadero, con una vista preciosa de la torre Eiffel. Allí teníamos a toda la familia, a todos mis amigos que habían venido, a todos mis patrocinadores, a los que habíamos invitado a que estuvieran con nosotros. Fue magnífico. ¿Qué comí? Me tomé un ´carpaccio´ de salmón y pollo al curry con arroz. Tenía un hambre descomunal, algo de no creer. Estaba hambriento de verdad, así que comí muchísimo. Luego fuimos a tomar un par de copas y a mover un poquito el esqueleto. Bueno, no mucho, porque habéis de saber que estoy escribiendo este ´blog´, el último, en Londres.

Me he tenido que levantar esta mañana superpronto porque tenía programada una entrevista de televisión y luego una sesión de fotos con el trofeo en pleno París. Creo que este año ha habido más fotógrafos que el año pasado. Os envío una de estas fotos.

El caso es que hemos tenido que hacer las fotos a toda prisa y luego volver al hotel a toda velocidad para recoger nuestro equipaje y salir disparados a continuación hacia la estación del tren. El tren tenía fijada la salida a la una y cuatro minutos de la tarde y hemos llegado a la estación a la una menos cinco. Ya teníamos hechas las reservas, pero han estado lentísimos a la hora de entregarnos los billetes, así que se nos ha escapado el tren y, creedme, chicos, eso no ha estado nada bien. Nos hemos quedado allí un par de horas, esperando, pero ¿qué otra cosa se puede hacer? No queda más que esperar. Hemos cogido el tren y luego he tenido la posibilidad de echarme una siestecita. Viajábamos en asientos normales, no en coche cama, porque era un viaje de sólo tres horas.

En el tren me he llevado la gran sorpresa de que me llamara el príncipe de España. Me ha dicho que le había dejado asombrado mi actuación y que había sido magnífica. Yo he agradecido mucho sus palabras, la verdad (...).