Decir que llegó el momento de reaccionar, cuando están 2-0 abajo en la serie al mejor de siete, es tan lógico como que de otra forma no tendría sentido que estuviesen disputando la final, que en realidad es la sensación que han dado hasta ahora.

Pero el grave problema que se les presenta a los Cavaliers y a su estrella James es que si los Spurs llegan a Cleveland dispuestos a jugar su mejor baloncesto, objetivamente no tienen elementos deportivos para hacerles frente.

La superioridad de los Spurs es tan manifiesta en todos los apartados del juego y en la dirección técnica que tendrían que darse otros aspectos sorpresa para cambiar la inercia de la final, que se ha convertido en la menos vista en toda la historia de la NBA.

Tal vez los Cavaliers puedan conseguir el triunfo en los próximos dos partidos, pero lo que no podrán conseguir con el equipo actual es el título de liga ante los Spurs.

Su paso por la ciudad del Alamo fue un completo desastre porque los Cavaliers dieron la impresión de haber llegado para hacer turismo más que para disputar el título de campeones.

Los Cavaliers recibirán un partido de la final por primera vez en su historia de 37 años, y esperan cambiar el rumbo de esta serie desigual en su campo del ruidoso Quicken Loans Arena, donde quieren olvidar todo lo que sucedió en San Antonio.

Confían que el apoyo de su público les haga reaccionar como sucedió contra los Pistons de Detroit en las finales de la Conferencia Este, que ganaron por 4-2 al mejor de siete, aunque las empezaron perdieron con parcial de 2-0.

"Hemos vivido ya la experiencia del 0-2 abajo en las eliminatorias y también la de conseguir la remontada", declaró James. "Estoy convencido de que todo va a ser diferente en nuestro campo".

Además, la estrella de los Cavaliers, que logró 14 y 25 puntos en el primero y segundo partido, respectivamente, reiteró que el ambiente que se vive en el Quicken Loans Arena es muy especial.

"El ambiente será algo que nos va a ayudar", anticipó James. "No seremos nosotros los que salgamos con la presión del campo, sino todo lo contrario".

Pero si los Cavaliers no salen con presión, menos los Spurs, que les han dominado por completo en los dos primeros partidos y además buscan su cuarto título de liga desde la temporada de 1999 para formar una nueva dinastía en la NBA.

Además, los Spurs cuentan con la mejor defensa de la liga y su ataque, que encabezan el base francés Tony Parker, el alero Tim Duncan y el escolta argentino Manu Ginóbili, no da opción a su rival y mucho menos a un equipo como los Cavaliers, que no tienen consistencia en su juego.

El trío de Parker, Duncan y Ginóbili rompió por completo a la débil defensa de los Cavaliers y consiguió una aportación combinada de 65 y 78 puntos, respectivamente, en los dos primeros partidos.

El grave problema para los Spurs será el confiarse de nuevo en su propia superioridad y permitir que los Cavaliers entren en acción en el cuarto periodo, como ha sucedido hasta ahora y que quieren eliminar.

"Tuvimos una actitud irresponsable", dijo Ginóbili sobre el bache de los Spurs en el cuarto periodo, que casi los despoja del triunfo.

"Debemos aprender de esto y terminar bien los partidos".

Los Spurs son conscientes de que los Cavaliers pueden y deben reaccionar, porque ya han vivido experiencias similares durante su historia.

Aunque también existe unanimidad entre los jugadores y cuerpo técnico de los Spurs sobre que los Cavaliers, no son ni mucho menos los Pistons de las Finales del 2005, ni tienen los recursos de un equipo que aspira a conseguir el título de liga.