"Ojalá fuesen así de aburridas todas las carreras de la temporada". Lo dice Pere Gurt, el jefe de prensa de Jorge Lorenzo, quien tiene aún en mente las docenas de carreras en las que el mallorquín se juega el alma en la última curva.

Lorenzo, ayer, regaló un espectáculo distinto, de superioridad -no olvidar: actual campeón del mundo y líder del campeonato-, aunque recordó a las anodidas pruebas de la Fórmula 1. Fue un gran premio para enmarcar. Antológico. Un triunfo, el primero de su carrera en Montmeló (Barcelona), el día en que se batió el récord de asistencia (112.600 espectadores), que le distancia en 36 puntos de su gran rival por el título de 250, el italiano Andrea Dovizioso, quien se conformó con el tercer puesto ante el empeño del sanmarinense Alex de Angelis.

Lorenzo, que logró la quinta victoria de siete del año, no dio opción a réplica. Partía desde el primer puesto por delante de Héctor Barberà, Dovizioso y Álex Debón, su escudero. Su salida -mejor que la de ellos-, siempre su asignatura pendiente, provocó que debiese aplicarse para salir en cabeza de la ´ese´ al final de la recta, pues de entre la segunda línea emergió Thomas Luthi. El suizo se puso en primera posición al final de recta. Pero ya está. Lorenzo, con un ´x fuera´ y un posterior ´x dentro´ -como él mismo denomina sus adelantamientos- dejó sentenciada la carrera.

No quería sustos como el de Mugello (Italia), así que lo mejor sería escaparse. Se puso a tirar del grupo, con giros en 45´9. Rapidísimo. A las seis vueltas la distancia con el quinto ya superaba los cuatro segundos. El mallorquín, de quien no podía escaparse era de Dovizioso y De Angelis, que tampoco podían superarle. Los dos de la bota fueron los únicos que soportaron el ritmo infernal del campeón. La única gracia era ver si se aproximaban.

Pero el Fortuna Aprilia no necesitó estrategia de equipo. La participación de Debón con una invitación para Montmeló, no hizo falta. El valenciano, que cayó a dos giros del final y terminó el dieciséis, se situó tras el primer grupo y siempre por delante de Bautista y Barberà, que nunca pudieron acercarse por problemas de embrague en la salida. La idea de Debón era la de ejercer de tapón, apoyar a Lorenzo en todo lo que fuese necesario.

La importancia de las ´poles´

El final fue un paseo militar de Lorenzo, que aventajó en casi cuatro segundos al segundo clasificado. El triunfo hace olvidar el mal trago de hace ocho días en Mugello. La caída en la última vuelta tras partir el vigésimo y remontar hasta el primer lugar convirtió en más amarga esa octava plaza final. Pero ayer tuvo la esperada recompensa. Aumenta a 36 puntos la diferencia con Dovi, a 38 con De Angelis y a 53 con Bautista. Una carrera y media -el triunfo son 25 puntos-. Casi nada.

Todas las apuestas daban vencedor a este culé que llevaba encima la rabia del empate del Barcelona ante el Espanyol. Los entrenamientos oficiales demostraron que sería complicado desbancarle. Había superado a Rossi con una 500 hace seis años en Montmeló. Y las ´poles´ en esta cilindrada significan triunfo, no como en MotoGP, donde esta temporada existe la maldición de la ´pole´. Pero nadie imaginó que de los endemoniados entrenamientos de Lorenzo éste convertiría la entretenida carrera del dos y medio en una alternativa a la Fórmula 1.