Se cumplió el pronóstico, pero no las previsiones y eso a pesar de que la batalla no pasó de las dos horas y se liquidó en tres sets. A ambas circunstancias podían favorecer en principio las escasas espectativas a las que podía aferrarse Carlos Moyá, quien opuso menos resistencia de la que cabía esperar de su magnífico final de carrera, aunque dejara constancia de su carácter deportista y ganador cuando, con dos sets a cero y cinco juegos a cero en el tercero, le protestó al juez una bola de primer saque para el cinco a uno. Genio y figura.

Nadal no precisó tirar de rabia, como Federer contra Robredo, para salir airoso y vencedor del gran duelo fratricida del tenis balear. Le habrá venido bien para esperar a Djokovic en una semifinal que, en teoría, será más complicada para él que para el número uno mundial.

Por lo que respecta al partido de ayer, el seis a cero rotundo que sirvió para rematar la faena no tiene que representar humillación alguna para el tenista palmesano. ´Moyini´ ha llegado donde tenía que hacerlo y como sólo lo hacen los grandes. Ahora la autopista y el tiempo son íntegramente para Rafa aunque, de seguir así, su "amigo" todavía encontrará fecha y lugar para la revancha.