Si hiciéramos el comentario sin nombres estaríamos hablando de un partido de puro trámite. El número dos del mundo, rey de la tierra batida, se enfrenta al número 26, con 30 años. Pero el problema está en que estos dos jugadores tienen nombre, apellidos y son paisanos. Rafel Nadal se enfrenta a Carlos Moyá, dos mallorquines que pasan muchas horas compartiendo entrenamientos, viajes y charlas de hotel. Se conocen muy bien.

Hoy, Nadal tiene un partido difícil. Claro que el resultado le puede y debe ser favorable, pero Moyá actualmente está muy cómodo y le pondrá las cosas difíciles. En la pista central de París no habrá dos amigos. Después puede que se den besitos y se sienten a cenar juntos, pero de amigos, en la pista, nada.