Pero la gran estrella y héroe del sexto partido fue Daniel Gibson, un novato seleccionado en la segunda ronda del sorteo universitario y que pasó desapercibido en la liga hasta el pasado mes de marzo cuando le comenzaron a dar minutos de juego.

Los Cavaliers, que se impusieron en el sexto partido por 98-82, ganaron 4-2 la eliminatoria al mejor de siete y consiguieron el pase a las Finales de la NBA por primera vez en su historia.

La eliminación de los Pistons dejó, como sucedió en el Conferencia Oeste con los Mavericks de Dallas, a los dos mejores equipos de la temporada regular fuera de la lucha por el título de campeones: serán los Cavaliers y los Spurs de San Antonio, campeones en la Conferencia Oeste, quienes comiencen a disputarlo a partir del próximo jueves.

Para conseguirlo vieron cómo los Pistons bajo la dirección del entrenador Flip Saunders se han convertido en un equipo que no sabe jugar bajo presión y mucho menos introducir los cambios que le permitan recuperar el control y la motivación.

Después de tener una ventaja de 2-0 en la serie permitieron que los Cavaliers lograsen cuatro triunfos seguidos y se convirtiesen en el tercer equipo en la historia de la NBA que lo consiguen.

Los primeros fueron los Bullets de Baltimore, en 1971, y los Bulls de Chicago lo hicieron en 1993 cuando estaba el legendario Michael Jordan, que irónicamente siempre fue el verdugo de los Cavaliers.

La historia del sexto partido no tuvo a James como el gran protagonista, a pesar de que todos quieren convertirlo ya en el futuro Jordan.

La hazaña de ganar el sexto y decisivo partido la protagonizó Gibson, que sorprendió a todos con 31 puntos, incluidos 19 en el cuarto periodo, cuando los Pistons se vinieron abajo, perdieron el control, los nervios y dieron la peor imagen como equipo.

El alero Rasheed Wallace y el escolta Richard Hamilton fueron eliminados por faltas personales, con expulsión incluida para el primero al recibir dos faltas técnicas, y el base Chauncey Billups desapareció una vez más en los momentos decisivos al quedarse con sólo nueve puntos.

Aunque Hamilton consiguió 29 puntos, Billups falló una vez más como líder del equipo y tampoco estuvo a la altura el veterano pívot Chris Webber, que logró sólo 13 tantos.

"Es muy frustrante haber terminado de esta manera una gran temporada", admitió Billups, que puede haber jugado su último partido con los Pistons al convertirse en agente libre, lo mismo que hará Webber.

Tampoco tiene ya garantizada su continuidad el entrenador Saunders, que ha demostrado, como hizo con los Timberwolves de Minnesota, que en los partidos decisivos no sabe encontrar soluciones ni motivar a los jugadores para que logren el triunfo.

Los Pistons que jugaron su quinta final consecutiva de la Conferencia Este, vivieron la misma experiencia que el año anterior ante los Heat de Miami, un equipo inferior como conjunto, pero que en el banquillo tuvo a un entrenador como Pat Riley que supo motivarles y superó en estrategia a Saunders.

"Me siento mal por los compañeros que hicieron un gran trabajo todo el año y al final no tuvimos la misma consistencia en una serie que teníamos a nuestro favor", comentó Billups.

Mientras, James, que a los 22 años y con sólo cuatro en la NBA ya consiguió el pase a la gran final, admitió que estaba viviendo en un gran sueño y la mejor experiencia de su vida.

"Es mejor cosa me ha sucedido, pero no vamos a parar tenemos que conseguir el gran objetivo", declaró James, que aportó 20 puntos con 14 rebotes y ocho asistencias, pero estuvo lejos de los 48 tantos logrados en el quinto partido, incluidos 29 de los 30 que anotó su equipo.

Sin embargo, esta vez no pudo superar a la defensa de los Pistons, que habían prometido que no iba a conseguir de nuevo 48 puntos, pero se olvidaron del gran "tapado", el novato de Houston, formado en la Universidad de Texas, Gibson, que los destruyó con sus triples y lanzamientos a canasta en el cuarto periodo.

"Prometimos lo que dijimos que James no iba a conseguir de nuevo 48 puntos y que tendría que ser otro jugador el que nos batiese, y este ha sido Gibson", reconoció Billups.

James, que dijo que estaba viviendo un "sueño" y un sentimiento "único" y "difícil" de explicar, recibió el trofeo de campeón de la Conferencia Este de manos del legendario Bill Russell y el mensaje que lo "hiciese sentir orgulloso".

El gran problema para los Cavaliers y James es que después que despierten del sueño que les proporcionaron los Pistons, a partir del jueves tendrán que volver a la realidad y ésta no será otra que enfrentarse a los Spurs, el equipo que no sólo tiene el instinto asesino, sino que además destruye a sus rivales.

El trío formado por Tim Duncan, el argentino Manu Ginóbili y el francés Tony Parker, son los encargados de liderar los triunfos de los Spurs y ellos a diferencia de Wallace, Hamilton y Billups, saben como repartirse el protagonismo y no fallar todos a la vez.

Los Spurs son conscientes que la NBA tratará de vender la imagen de las Finales con la figura de James, pero se sienten mucho más tranquilos y cerca de su tercer título en cinco temporadas que antes que hubiese dado comienzo el sexto partido entre los Cavaliers y los Pistons.

Especialmente, el entrenador de los Spurs, Gregg Popovich, que tendrá como rival en el banquillo de los Cavaliers a uno de sus discípulos, Mike Brown, al que espera seguir enseñando de como se gana un título de liga.

Tal vez, anticipando lo que pueden ser las Finales, el héroe del sexto partido, Gibson, dijo que estaba soñando y que no lo despertaran.

Mientras, los Cavaliers, que disputaron las terceras finales de la Conferencia Este desde que llegaron a la NBA en la temporada de 1970, dejaron de ser el equipo marginado y al que Jordan siempre había humillado en la fase final, para convertirse en la gran sorpresa de la temporada.