Uno es imparable, el otro se siente mejor que nunca y la tercera lloró al lograr uno de los triunfos más importantes de su vida: Rafel Nadal, Carlos Moyá y Anabel Medina vivieron ayer un día de éxitos españoles para instalarse en los octavos de final de Roland Garros.

Nadal dio un nuevo y aplastante paso rumbo al tricameponato al derrotar al tarraconense Albert Montañés por 6-1, 6-3 y 6-2. Un rato antes Moyá se había impuesto al argentino Juan Pablo Brzezicki 6-1, 6-3 y 7-5.

Pese al resultado, el partido de Nadal ofreció sus emociones, incluyendo un juego de 21 minutos de duración en el set inicial. Nadal necesitó dos horas y 21 minutos para ganar. Bicampeón de Roland Garros, Nadal sumó ante el número 50 del mundo su victoria consecutiva número 17 en París, donde no conoce la derrota. Nadal celebrará así esta noche de la mejor manera posible los 21 años que cumplirá hoy. "Es un partido muy duro, sé que será complicado", dijo Nadal con la mira ya puesta en el australiano Lleyton Hewitt, vencedor ayer del finlandés Jarkko Nieminen. Nadal sufrió hasta el límite en las semifinales de Hamburgo para batir al ex número uno.

Montañés, que repetía ronda en París, mostró al resto de los jugadores cómo se puede intentar ganar a Nadal, con dejadas, abriéndole ángulos, sorprendiéndole con subidas. Lo hizo casi todo bien, pero el físico del de Manacor aguanta todo lo que le echen, y ayer fue una buena prueba de ello.

Si bate a Hewitt, Nadal podría afrontar un duelo mallorquín con Moyá, que debe medirse mañana lunes al sueco Jonas Bjorkman.

"A esta edad es un honor estar jugando el mejor tenis que recuerde", dijo Moyá tras derrotar a Brzezicki. Ganador de 19 torneos y campeón de Roland Garros hace nueve años, Moyá tuvo en jaque a Roger Federer hace dos semanas en Hamburgo. En París está jugando como no lo hizo en mucho tiempo: su derecha corre, el saque es decisivo, y hasta el punto débil que siempre fue el revés desentona menos que antes.

Aunque lo más importante es su actitud. Moyá disfruta jugando, lucha cada punto con la convicción de que lo mejor en esta temporada está aún por venir. "Todos nos miramos en el espejo de Agassi, porque lo que hizo fue irrepetible", aseguró.

Muchos piensan ya en su potencial duelo de cuartos de final ante Nadal, pero la experiencia obliga a Moyá a ser prudente: "No me gusta adelantarme, cuando he dado algo por hecho es cuando han venido las lamentaciones".

Pero fue el éxito de Anabel Medina el que mayores dosis de adrenalina, sudor y emoción desató en un día en el que Amelie Mauresmo, la mayor esperanza francesa en el cuadro femenino, volvió a tropezar antes de tiempo. Marion Bartoli es la única francesa que sobrevive en el cuadro tras ser eliminados ayer Paul Henri Mathieu y Olivier Patience. Pese a sus problemas en el hombro, la rusa Maria Sharapova ganó y ya está en octavos.

"Se me ha caído alguna lágrima, es la primera vez que lloro tras una victoria", dijo Medina tras su 4-6, 7-6 (7-5) y 7-5 sobre la eslovaca Daniela Hantuchova, número 13 del mundo. El partido fue duro, interminable por la igualdad de ambas jugadoras.

En el último partido de la jornada, Fernando Verdasco derrotó a David Ferrer en cuatro sets.