En el año que cumple al frente de la dirección técnica del equipo mallorquinista, Héctor Cúper ya ha visto un cambio en la presidencia. Mateu Alemany, el hombre que consiguió el milagro del retorno del técnico argentino, ha dejado paso al más populista Vicenç Grande, en las antípodas de aquél pero con quien Cúper parece mantener una buena sintonía. Al menos, de momento.

En los peores momentos del técnico al frente del equipo, como las goleadas consecutivas ante el Alcoyano (4-1) en la Copa del Rey y frente al Villarreal (3-0) en la Liga sólo tres días después, el máximo mandatario mallorquinista ha salido a la luz pública para defender a quien siempre ha considerado su "dios futbolístico". Cuando a Grande se le preguntaba día sí, día también, por el futuro de Cúper, siempre ha repondido lo mismo: "Cúper seguirá porque todo se reduce a una cuestión de fe, y yo la sigo teniendo toda".

Por su parte, el técnico, fiel a su estilo, dejó claro antes de enfrentarse al Celta que no pondría ningún problema si el club decidiera prescindir de sus servicios. Sus palabras sonaron a que le echaba un pulso al presidente: "Si Grande cree que soy el problema, que me lo diga a la cara. El aspecto económico no sería un problema para el Mallorca", dijo el pasado día 25, en los peores días del técnico esta temporada.

Y es que, antes de ganar al Celta y empatar el pasado domingo frente al Sevilla -cuatro puntos en dos jornadas que le ha permitido salir momentáneamente de la zona de descenso- Cúper igualó el pésimo inicio de su predecesor en el cargo, Benito Floro, al sumar únicamente cinco puntos en las ocho primeras jornadas. Una estadística que abrió el debate sobre la conveniencia de su continuidad al frente del equipo. Grande, al menos de cara a la galería, y la afición parecen ser sus mejores aliados. El primero porque ha demostrado saber aguantar el chaparrón de críticas por el mal inicio de temporada, y los aficionados porque eximen al entrenador de los males del equipo. Eso es lo que se puede ver cada dos domingos en Son Moix. Cúper se salva de los abucheos del respetable, que se ceba en algún jugador en particular -Farinós es el elegido- para expresar su ira por el delicado momento del equipo. De momento Cúper y Grande forman un matrimonio bien avenido, que sólo romperá una sucesión de resultados adversos. Es la ley del fútbol, de la que ni Cúper está a salvo.