Cristiano Doni disputó ayer su quinto partido con la camiseta bermellona y su aportación, hasta el momento, no deja de ser decepcionante dadas las referencias con las que llegó de la Sampdoria. A los cuarenta y siete segundos del partido en el Madrigal ya chutó a la portería defendida por Viera, en una muestra de las intenciones que tenía en su mente.

Héctor Cúper le alineó de nuevo, como ya hizo ante el Racing de Santander, junto a Borja para comandar el centro del campo rojillo y repartir el juego. Su corazón y el del ex madridista son los que debían mover el destino de su equipo, pero ambos se diluyeron junto al resto del equipo. Es cierto que los mallorquinistas dispusieron de ocasiones de gol para subir algún tanto al marcador, pero la falta de garra del italiano ayudó a que Riquelme se moviera a su antojo por el césped.

Además, el transalpino marró una de las grandes oportunidades del encuentro. Tras una espectacular jugada por la banda izquierda del solleric Tuni, el centrocampista, tras recibir un gran pase, chutó con intención pero Viera despejó su remate.

Su cara de desesperación era el reflejo del equipo: querer y no poder. Doni aporta poco en el aspecto defensivo del juego, mientras que en la parte ofensiva no ha demostrado una calidad que se da por supuesta, pero que está ausente en lo que va de Liga.

Su entrega está fuera de toda duda, pero su acierto y su nivel de juego sí que queda en entredicho. El estadio castellonense era un buen feudo para demostrar que se merece estar en el once inicial, pero su irregularidad no deja claro que se la merezca. Eso sí, hay detalles que dejan entrever que puede ser válido en el esquema del técnico sudamericano, como el centro que hizo en el minuto 74 a Yordi que el gaditano envió fuera. Sin embargo, Doni tendrá que demostrar algo más para no defraudar a los que creyeron en su fichaje.