El mallorquinismo vivió ayer su gran fiesta con la celebración en el estadio de Son Moix de la II Diada de Penyes del conjunto bermellón en un evento en el que se echó en falta la presencia de los jugadores de la primera plantilla. De hecho, tan sólo Campano y Gutiérrez en la comida y Cortés en la entrega de las placas de reconocimiento, se dejaron ver durante la jornada.

El presidente rojillo Vicenç Grande se quejó en público del desprecio de sus futbolistas durante su discurso de agradecimiento a los asistentes. "Tendrían que haber venido más jugadores, como mínimo el doble y os aseguro que en la próxima ocasión serán más. Les voy a pasar la cartilla cuando les vea", aseguró antes de ser interrumpido por un fuerte aplauso de aprobación de sus palabras por parte de la afición. En la Diada que se celebró hace tres años en Alcúdia tan sólo el otrora portero rojillo Miki Garro se dignó a acudir a aquella cita y fue el único que se salvó de las críticas de los peñistas.

Sin embargo, el amor hacia los colores del Mallorca y el buen humor reinaron a lo largo de una jornada en la que, según cálculos de la organización, desfilaron unas 2.500 personas. El horario previsto se cumplió y la respuesta de los aficionados, que llegaron ataviados en un buen número con la camiseta conmemorativa del evento, fue positiva.

Grande fue el principal reclamo y, como si se tratara de un político en época electoral, saludó a todos aquellos que le salieron al paso con una sonrisa en la boca y obsequió con una insignia a los más pequeños. Firmó autógrafos hasta la saciedad, también debido a la ausencia de los jugadores que quizá le hubieran restado protagonismo en ese aspecto.

El técnico Héctor Cúper fue de los más madrugadores ya que asistió al primer acto del día, el partido entre los veteranos del Mallorca y una selección de las peñas bermellonas. El argentino estuvo en el estadio unos 30 minutos y no se quedó a disfrutar del resto de la Diada. Alfano y Siviero acompañaron a su jefe y también, poco después, se marcharon.

El delegado del Gobierno en las Illes Balears, Ramón Socías; la vicepresidenta del Consell de Mallorca, Dolça Mulet y la alcaldesa de Palma, Catalina Cirer, fueron los máximos representantes políticos que se unieron a la fiesta del mallorquinismo. Cirer apuntó que acudió a la cita en su condición de integrante de la Peña Graderio y no como la primera edil palmesana.

Tras la misa que se ofició en el interior de Son Moix, se sirvió en el fondo norte del estadio, sobre la pista de atletismo, una paella gigante bajo un sol más propio del verano. Las glosas, el paseo de las Harleys, el acto de entrega de reconocimiento del club y de la Federació de Penyes y el concierto de Cap Pela, Blue Meany y La Granja, clausuraron el acto.