Hoy hace 50 años, el 8 de agosto de 1955, a las 20:00 horas, el reloj de oro de Francisco Alomar (Sineu, 8-12-1929) se detuvo. Su vida también, conmocionando a una sociedad mallorquina que lo idolatraba y seguía fielmente todas las competiciones en las que participaba.

Roto para siempre, con su tapa perdida. Así apareció el reloj de oro de Francisco Alomar, detenido bruscamente. Lo encontraron sobre el firme de la carretera que lleva de Cudeiro a Orense, junto al cuerpo, sin sentido, de su propietario, un héroe, el ciclista mallorquín del momento más reconocido mundialmente. Un ídolo al que oficialmente no se dio por muerto hasta unas horas después, sobre las 4:55 de la madrugada del 9 de agosto. Su fallecimiento se certificó en una habitación del Hospital Provincial de Orense. En ese instante arrancó la otra vida de Francisco Alomar, la de su leyenda. Una absurda caída terminó con la vida del ciclista, aunque tras ella diferentes hipótesis relacionaron entonces con ella a personajes de primer orden nacional, como el Marqués de Villaverde, el yerno ´calavera´ del dictador y caudillo, Francisco Franco.

Historias y rumores que alimentaron el misterio y la leyenda negra de una muerte precipitada. La desaparición de un mito del deporte mallorquín que sucumbió ante el terrible parte médico sobre las lesiones que sufrió en su camino sin vuelta hacia Orense. Fractura de la bóveda del cráneo, con probable fractura de la base; fractura del parietal izquierdo y del occipital; lesión del bulbo raquídeo y diferentes heridas y lesiones, con desgarro, en diferentes partes del cuerpo. Fuerte conmoción cerebral y pronóstico gravísimo. Desgraciadamente, Francisco Alomar rodaba sin casco, como todos los ciclistas de su época. La trágica muerte de Francisco Alomar se presenta como el capítulo negro de la época de oro del ciclismo mallorquín. La década de los Cincuenta, con multitud de ciclistas mallorquines imitando a Bernat Capó y brillando a nivel internacional -Toni Gelabert, Andreu Trobat, Miquel Gual, Biel Company, Miquel Bover, Gabriel Mas o Toni Karmany-, haciendo historia en el Tour de Francia, así como en el Campeonato del Mundo de pista, como fue el caso de Guillem Timoner.

La brusca y terrible muerte de Francisco Alomar dio paso a uno de los principales enigmas y misterios que han sacudido a la sociedad mallorquina a lo largo de los últimos 50 años. Toda una leyenda negra que a lo largo de medio siglo ha alimentado cientos de hipótesis y relacionadas con la trágica desaparición del ciclista de Sineu, cuando éste apenas contaba 26 años de edad. Era tal la fama y prestigio de Francisco Alomar en su día que miles de personas acudieron al Port de Palma a recibir su féretro el día de su desembarco, con el fin de rendirle un último y póstumo homenaje. Era el 14 de agosto de 1955, a bordo del Formentor, un correo que llegó a Mallorca procedente de Barcelona. Más de 300 coronas de flores, llegadas de todas partes, acompañaron el viaje del cadáver de Francisco Alomar desde Palma hasta Sineu, con una comitiva de cientos de vehículos siguiendolo. Ese día Palma, Sineu y toda Mallorca lloró.

Eso sí, el recuerdo de Francisco Alomar se mantiene firme, especialmente en Sineu, su localidad natal, donde desde el 8 de julio de 1956 una figura en piedra del ciclista recuerda al campeón. Un monumento que se levanta en la Plaça del Mercat del pueblo que todos los meses de agosto honra la memoria de su más grande deportista de todos los tiempos, con la organización de un memorial ciclista. Una prueba que acostumbra coincidir con la vísperas de las fiestas patronales de la villa. También en Orense, en el mismo punto de la carretera en el que perdió la vida, se recuerda al ciclista mallorquín, con un monolito dedicado a la memoria de Francisco Alomar. La muerte de Alomar estuvo, está y estará siempre rodeada de misterios y diferentes versiones. En su día, esa circunstancia incluso llevó a su madre a exigir la exhumación de su cadaver, cuatro meses después de su entierro, cansada de escuchar tremendas historias. Alguna de ellas incluso apuntaba a que en el ataúd de Francisco Alomar no descansaba ningún cadáver. Una tesis que quedó desacreditada el día que desenterraron el cuerpo del ciclista y este "apareció incorrupto", como aseguran Salvador y Jaume Alomar, dos de los hermanos del malogrado corredor. La memoria viva de una familia marcada por la trágica y polémica desaparición del ciclista.

El sexto de nueve hermanos

Francisco Alomar perdió la vida de forma precipitada, cuando se encontraba en la flor de la vida, tras haber disputado dos ediciones del Tour de Francia, cuando era reconocido como uno de los mejores ciclistas del mundo. Cuando la épica de la bicicleta empezaba a recompensarle económicamente, además de permitirle un reconocimiento profesional magnífico, internacional. Pocos meses antes de su muerte Francisco se permitió el lujo de regalarle a su hermano Salvador 3.000 pesetas de la época para que se comprase una radio, de la marca Cabot, a través de la que su familia siguió las diferentes noticias y retransmisiones de sus últimas carreras. Francisco Alomar era el sexto de nueve hermanos. Hijo de un matrimonio de payeses de Sineu, gente de bien, humildes, buenas personas. En Sineu todavía hoy se les conococe por los ´Rotà´, en relación a la finca de Sa Rota que explotaba el padre y en la que residía toda la familia.

Salvador y Jaume Alomar, hermanos menores del malogrado ciclista, recuerdan 50 años después la vida del corredor, su personalidad y la trágica desaparición del campeón. "Era muy callado. Una gran persona, muy humilde. No quería que se hablase mal de nadie ante él y como ciclista era un portento, una fuerza descomunal, muy decidido", recuerdan los dos hermanos. Dos personas que rehúyen cualquier polémica o leyenda negra sobre la muerte de su hermano. Salvador Alomar cuenta actualmente con 70 años y guarda en su poder el reloj de oro de su hermano Francisco y los restos de la bicicleta roja sobre la que rodaba el ciclista cuando sufrió el accidente que acabó con su vida.Una máquina cuya llanta de su rueda delantera todavía guarda el golpe que se supone resultó mortal para su hermano, tras impactar con una piedra.

Jaume Alomar, de 67 años, es el menor, pero fue el único que siguió con brillantez los pasos de su hermano. Llegó a ciclista profesional, disputó el primero de sus cuatro Tour de Francia con apenas 22 años y en su sobresaliente palmarés guarda el honor de haber sido el único ciclista mallorquín que ha ganado una etapa en el Giro de Italia, fue en 1963. Salvador y Jaume no se ponen de acuerdo todavía hoy en día a la hora de hablar de las circunstancias que rodearon el fatal accidente que provocó la muerte de su hermano. La figura del Marqués de Villaverde rodando a gran velocidad en un coche por la misma carrtera en la que tuvo lugar el accidente, en compañía de una famosa tonadillera de la época, y el estado de silencio que imponía por entonces la dictadura franquista aparecen cuando comentan cualquier detalle sobre las circunstancias de la tragedia de Francisco. Ambos se emocionan todavía al repasar aquel fatal episodio de sus vidas, hoy hace 50 años, medio siglo. Un drama familiar de la Mallorca de postguerra.

Federico Martín Bahamontes era compañero de equipo y de selección de Francisco Alomar. Su pareja de habitación, un año mayor que el mallorquín, pero un amigo incondicional del ciclista de Sineu. "Francisco era una gran persona, muy reservado, un gran amigo. Tenía carisma y era muy elegante", recuerda de él el primer español ganador del Tour de Francia. Sobre la muerte de Francisco Alomar, el toledano mantiene que fue producto de "una caída tonta". "Jugaba con otros compañeros del equipode la Peña Solera, con los bidones de agua, cuando se fue al suelo y se golpeó con la cabeza con una piedra", precisa Bahamontes todavía hoy en día.

"En el momento del accidente yo no estaba con ellos. Me enteré al día siguiente. Habíamos abandonado la Vuelta a Galicia todo el equipo de la Peña Solera, cansados de las trampas y privilegios que se permetían a varios rivales y yo me fui a Vigo, en compañía de un amigo, mientras mis compañeros se dirigían a Orense, para partir hacia Barcelona", explica Bahamontes sobre la jornada del terrible accidente de Francisco Alomar. La tesis de que un bidón de agua se metió entre los radios de su rueda delantera, que esta le quedó bloqueada y que Francisco Alomar terminó en el suelo, chocando frontal y brutalmente con una piedra, es la versión oficial del accidente que acabó con la vida del corredor sineuer. La misma que defiende y lleva décadas explicando también Federico Martín Bahamontes, el ´Aguila de Toledo´. Un ganador de Tour que a la hora de comparar al malogrado Francisco Alomar no duda ni un momento y asegura "era tan batallador y fuerte como Vinokourov, el ruso ese -es kazajo- que tanto miedo daba a Armstrong en el último Tour".