El Palau d'Esports de Palma está a punto de cumplir sus primeros treinta años de historia. Comparando con la Seo o el Palacio de la Almudaina está hecho un pimpollo. Pero sólo por cuestión de edad, ya que en lo que mantenimiento se refiere está hecho unos zorros. La última prueba la tuvimos este pasado fin de semana, con motivo del Memorial Antonio Díaz Miguel de baloncesto, en el que compitieron tres de las selecciones más prestigiosas del baloncesto europeo, como son las de Serbia/Montenegro, vigente campeona del Mundo; Croacia y España, completándose el cartel con la de Angola.

En la jornada del viernes, el espectáculo extradeportivo no pudo ser más deprimente. El noventa y dos por ciento de humedad que había en el recinto deportivo convirtió al terreno de juego en una peligrosa pista de patinaje que convirtió a los árbitros en objetivo de las repetidas protestas de los entrenadores ante la posibilidad de que algún jugador diera con sus huesos en el suelo y acabara lesionado de importancia.

Pero este es problema tan viejo como la instalación. Hace ya años, cuando la selección de Estados Unidos estuvo en Palma para disputar un amistoso ante la española, ya se dio una situación similar y los norteamericanos estuvieron a punto de tomar las de Villadiego...

Con el paso de los años, sin embargo, no sólo no se ha hecho nada para solventar estos problemas sino que se ha permitido que se agravaran.

La solución podría haber estribado en los mil millones de pesetas que, con motivo de la Universiada, estaban presupuestados para mejorar el recinto. Pero al final no sólo no se invirtió un solo duro sino que, a pocas semanas de comenzar el evento que -se decía- debía solventar todas las carencias en lo que a instalaciones deportivas se refiere, en la caja del Palau apenas había ni para comprar una bombilla...

El parquet -de madera de bolondo- uno de los mejores de España en sus tiempos, ha sido lo único que de vez en cuando ha merecido atenciones y cuidados. El pasado año se invirtieron 21.000 euros en su puesta a punto, pero poca cosa más, pese a la imperiosa necesidad de cambiar los dos tanques de un sistema de depuración de la piscina que, con sus casi treinta años de funcionamiento, a duras penas cumple con su cometido.

También los vestuarios, especialmente los de la piscina por ser los más empleados, y la iluminación de la pista hacen necesaria una inversión, pero por el momento no hay ninguna partida prevista para invertir en la tan necesaria remodelación de un recinto que en sus tiempos fue la envidia de muchas ciudades españolas y que ahora lleva camino de convertirse en una de las vergüenzas palmesanas.

El Palau d'Esports, por tanto, necesita mà de metge. Y aire acondicionado. O quizá baste con "un sistema de ventilación forzada, cuyo estudio encargamos el mismo lunes a un ingeniero", asegura Rafel Durán, teniente de alcalde y responsable del área municipal de Deportes, aunque duda en si aplicar la medida a la pista polideportiva o "de momento, sólo a los vestuarios de la piscina porque, la verdad sea dicha, estamos hablando de una fuerte inversión".

Lo evidente es que si se quiere que el Palau pueda ser escenario de acontecimientos deportivos o espectáculo de alto nivel algo debe hacerse, porque ahora, según consta en un informe que se elaboró hace cuatro años, no reune las más elementales condiciones.