El reencuentro de los profesionales del Real Mallorca no escapa a los parámetros de anteriores citas. Muchas incógnitas a resolver, aunque en esta ocasión el futuro del que ha sido el mejor buque insignia del club -Samuel Etoo- y la relativa tranquilidad en las altas esferas de la entidad con un consejo de administración formado y con el entrenador firmado son los ejes sobre los que gira el regreso.

A ello, y en el plano puramente deportivo, se une la necesidad de recomponer una plantilla a la que se incorporan tres jugadores -los centrales Mario y Müller y el interior zurdo Arango- en contrapartida a las ocho bajas -Leo Franco, Miki, Lussenhoff, Olaizola, Vicente, Edu Moyá, Nené, Correa y Finidi- con respecto a la pasada temporada.

Los números hablan por sí solos de los huecos que quedan por cubrir, sin olvidar que la pasada campaña el equipo jugó con un solo lateral zurdo -Poli- y sin media punta -la apuesta del uruguayo Ligüera no cuajó- y se necesita duplicar varias posiciones más para disponer de recambios. Por en medio está cuál será el destino de los cedidos -Raúl Martín, Robles, Cifuentes y Tuni- que vuelven.

El dilema Etoo

La marcha del camerunés condiciona en gran medida la planificación de los responsables técnicos del Real Mallorca. El mejor jugador africano ha sido el referente del equipo en las tres últimas temporadas, el que mejor fútbol ha exhibido y más elogios ha recibido.

El idilio entre Etoo y el presidente Mateu Alemany se acabó hace poco más de un año y ello provocó que el jugador anunciara que su ciclo en la Isla había terminado.

La contrapartida es que su traspaso significaría la entrada de dinero para afrontar otras incorporaciones. El peligro estriba en que la resolución al problema sea en las postrimerías de la pretemporada, sin margen de maniobra.

El club considera que se mueve dentro de la normalidad, a tenor de lo que ocurre en el fútbol español, con mínimos movimientos.