La ´Sirena de Palma´, Carmen Guardia Amer cerró una época del deporte mallorquín el miércoles, con su muerte, a los 84 años de edad. Fue la gran pionera del deporte femenino de elite en la isla, y de la natación en especial. Una personalidad dentro y fuera de la competición que se despidió dejando un legado ingente, con tonos de leyenda en la mayoría de sus páginas. Fue una estrella, una auténtica figura, con una una trayectoria ejemplar. Un compendio de aportaciones y virtudes que en 1996 le hicieron merecedora del Premi Cornelius Aticus, el principal galardón al mérito deportivo del Govern de les Illes Balears, y que permite que su nombre luzca como seña de identidad y distinción de la nueva piscina olímpica del Poliesportiu Sant Ferran, propiedad del Consell de Mallorca.

Nacida en Palma, el 12 de marzo de 1923, la niñez y juventud de Carmen Guardia coincidió con los momentos más complicados de la historia reciente de Mallorca y España, marcados por la Guerra Civil, de 1936 a 1939, y una terrible postguera que castigó especialmente el desarrollo de Balears.

Criada en el seno de una familia formada por el leridano Ernesto Guardia Llauradó y la mallorquina Carmen Amer Esteve, de Artá, sus primeros recuerdos siempre se asociaban al negocio de fotografía que regentaban sus padres, uno de los comercios que distinguían la ciudad de Palma: Casa Amer.

Pese a los difíciles tiempos que le toco vivir, la personalidad de Carmen Guardia se impuso a los contratiempos y se terminó convirtiendo en una de las mallorquinas con más nombre y peso en la provinciana sociedad local de sus tiempos. Un fenómeno en el que intervino de forma importante su condición de precursora del deporte femenino, cuando ese tipo de actividades no estaba bien considerado que las desarrollase una mujer, y menos con un bañador como única vestimenta.

Junto a sus hermanos Andrés y Roberto, Carmen Guardia formó para de un grupo de excelentes nadadores que acostumbraban a entrenar y competir en piscinas sin homologar o en diferentes espacios del puerto de Palma. Una dificultad añadida que no impidió a la joven deportista hacerse muy pronto con importantes premios y títulos, tanto a nivel balear, como nacional. Su primer gran momento de gloria la llevó a convertirse en la primera mujer mallorquina que fue capaz de proclamarse campeona de España. Un título que conquistó en 1940, en Vigo, y que repitió en 1941, en la mítica piscina de s´Aigo Dolça, en Palma. En ambas ocasiones en la especialidad de 200 metros braza. Su marca de 3:15´6 minutos fue récord de España durante veintidós años, prolongándose hasta 1967. Sus proezas finalizaron en 1946, cuando decidió abandonar la competición para dedicarse a su familia. Una saga de la que forma parte la diputada Carme Feliu, una de sus nietos.