Mallorca, un destino obligado
Mallorca, el destino veraniego de Carlos de Inglaterra y Lady Di
Diana llegó a buscar una residencia estable en la isla

Carlos de Inglaterra y Lady Di en el 'Fortuna', Agosto 1990 / Miquel Massutí
El Gobierno español intentó que la luna de miel de Carlos y Diana de Inglaterra empezara en Mallorca, pero el Foreign Office impulsó Gibraltar. Sin embargo, la isla fue el destino veraniego de los Príncipes de Gales en la segunda mitad de los ochenta.
Lady Di amó el lugar donde su matrimonio recibió un infructuoso tratamiento de shock. Con todo, la terapia mallorquina fue contraproducente, y consumió el alejamiento de los príncipes rotos.
Sus viajes a Mallorca
La llegada de la pareja con sus hijos a la base aérea de Son San Joan en 1986 provocó un escándalo por el hecho de que la familia entera viajara en el mismo avión, con las críticas consiguientes a la inconsciencia del heredero. En los años siguientes, el escándalo fue que no hubiera habido forma humana de meterlos en el mismo avión con destino a Palma.
En Mallorca disfrutaban de vidas paralelas. Carlos pintaba acuarelas en la Valldemossa de Chopin y su esposa se tostaba al sol en las dunas de las playas de los March. En aquellos veraneos, Doña Sofía tuvo oportunidad de adoctrinar a la futura reina de Inglaterra, para que sufriera las infidelidades de su marido con dignidad, discreción y paciencia.
Por otra parte, una biografía de Lady Di firmada por Lady Colin Campbell destacaba que, en Mallorca, la princesa convirtió a Don Juan Carlos en su confidente, aprovechando que “a menudo se quedaba sola en Marivent, porque Carlos pasaba menos días en España”.

Lady Di y Don Juan Carlos intercambian confidencias en la escalinata de Marivent / Lorenzo
El sueño frustrado de Lady Di
Lady Di descubrió en Marivent “la libertad”, según confirmaron fuentes próximas al palacio y consta en una biografía de José Martí Gómez. Su entusiasmo por Mallorca —su marido prefirió siempre las brumas de Balmoral— llegó al extremo de buscar una residencia estable en la isla. La que más le agradó era la mansión que poseía en el Port d’Andratx el constructor inglés Roy Harry Strudwick.
El rey se la mostró por primera vez desde la lancha cigarette. A Diana le encantó. Sin embargo, la repercusión de los 700 millones de coste, en una opinión pública reticente a aceptar los dispendios regios, le obligó a aparcar su sueño.
La última visita a Mallorca
Un año antes de su muerte en agosto de 1997, Lady Di fue huésped de su amigo Richard Branson en La Residencia de Deià. Cuando llegó por primera vez a Mallorca, estaba convencida de que ya sólo era la madre de los herederos de su marido. Según ellos mismos revelaron a sus confidentes, la pareja llevaba dos años sin mantener relaciones sexuales. Las sesiones fotográficas que dispensaban anualmente al cuerpo fotográfico veraniego son un mosaico de sobreentendidos, con la Familia Real española intentando disimular las grietas. Desde la isla, el único epitafio posible para Diana Spencer radica en la frase que le dedicó el periodista italiano Indro Montanelli: “Poveretta, non ha capito nulla”.
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