Joan Punyet Miró: "El mallorquín es como el conejo, se mete en la madriguera en verano para ver cómo todo pasa, y luego saca la cabeza en octubre"
'Monocromies' es su primera exposición en Mallorca y la inaugura este sábado en la Fundació Coll Bardolet de Valldemossa
"Los Miró somos como los Giacometti, una familia de creadores, no podemos dejar de crear, está en el tuétano de nuestros huesos", subraya

Joan Punyet Miró, en la Fundació Coll Bardolet de Valldemossa, donde este sábado se inaugura su exposición / MANU MIELNIEZUK
¿Por qué ha elegido la Fundació Coll Bardolet de Valldemossa para esta exposición?
Valldemossa ha sido un lugar maravilloso durante siglos y ha recibido a muchas personalidades de la cultura. Estar al lado de Coll Bardolet me parece un privilegio absoluto. Teniendo en cuenta que esta exposición habla mucho del color, del Mediterráneo, hay que recordar que Coll Bardolet también era un amante del color.
Usted llegó al color a través de la poesía.
Mallarmé y el poema Azul marcaron una época muy importante en mi vida, e intenté crear espacios poéticos de introspección pura, para que cada persona pudiera entrar en mis espacios de reflexión. Creo que el azul es un color que inspira Mallorca, el cielo, el mar y, cómo no, la manera de dar volumetría y textura. He intentado construir con mis manos y mis dedos una masa física para que el color azul cobre vida, sea tridimensional. Durante un año y medio he trabajado con un laboratorio para crear una técnica única en el mundo. El azul de mis cuadros es el de las Cuevas del Drach. Son unas pinturas volumétricas, con mucha materia, como la pintura de Antoni Tàpies. Mi azul es una mezcla de quince diferentes tonos de tintas chinas compradas en la mejor fábrica de azul de Alemania, en Berlín. Después de cocinar cada cuadro se convierte en pieza única, porque esa unión de diferentes colores se va a la basura. Cada cuadro ha sido un proceso químico de análisis, de investigación y de formular una pintura única en el mundo.
¿Con qué estado de ánimo se enfrenta a su primera exposición en Mallorca?
Para mí esta exposición supone una gran responsabilidad, sobre todo porque siempre llevo el estigma de ser el nieto de Joan Miró. Es muy difícil ser pintor con ese peso tan importante, y ahora más, porque se inaugurará esa gran exposición de mi abuelo en cuatro museos diferentes de Palma [Paysage Miró, el 30 de julio]. Pues al mismo tiempo me atrevo con esta presentación pictórica en Valldemossa. Estoy en un estado de máximo nerviosismo, pero ten en cuenta que la familia de Miró es una familia de creadores, como los Giacometti: David era poeta, Emilio era músico y Teo y yo somos pintores. No podemos dejar de crear, de la misma manera que no podemos dejar de respirar. Está en el ADN, en el tuétano de nuestros huesos.
¿Cómo se libera uno de ese estigma?
Ejercitando la pintura con la máxima humildad y respeto, y sobre todo con la poesía, con Rimbaud, Mallarmé y Baudelaire, poetas que siempre han estado en mi espíritu, en mi creación.
¿Por qué ha tardado tanto en mostrar su faceta como artista?
Empecé a pintar en Nueva York en 1992, era pintura figurativa. Luego poco a poco seguí pintando con más frecuencia. Durante muchos años he experimentado mucho con el reciclaje, con la basuraleza, con materiales obsoletos encontrados en playas y montañas de Mallorca. Intentaba reciclar viejos marcos de la basura, para darles una segunda vida. Poco a poco me he ido alejando de esa abstracción para llegar la pureza poética de las monocromías. Anuncio que esta es la última exposición de las Monocromías porque después de Madrid, Manila y París, le pongo punto y final aquí en Mallorca.

Joan Punyet de Miró da detalles de una de sus obras hecha con materiales reciclados / MANU MIELNIEZUK
La basuraleza no deja de crecer en Mallorca.
El problema que tenemos en Mallorca es el reciclaje y la conciencia de que todo lo que se hace se puede reciclar y regenerar, una falsedad. La basura es un problema muy grave. Con la Dana de Valencia hemos visto de cerca la amenaza del cambio climático. En Mallorca estamos simplemente bajo la cultura del turismo de masas, que es lo único que nos da de comer. España no tiene ni gas, ni petróleo, ni uranio, ni oro, ni litio, es un solar, una roca, un país pobre, no tenemos ningún recurso que pueda darnos de comer aparte del turismo. Si no intentamos contener el uso compulsivo del bolsillo para comprar ‘fast food’ y ‘fast fashion’ crearemos basureros llenos de ropa quemándose bajo el sol que entrarán en la estrata de la tierra e intoxicarán nuestras aguas. Moriremos envenenados.
¿Cómo debe enfrentarse el espectador a su obra?
De una manera muy automática, sin ningún tipo de miedo. Mi idea es que la pintura entre a través del tercer ojo del espectador, es decir, que durante el mundo de los sueños, por la noche, el tercer ojo, de una manera secreta, silenciosa y cautiva, secuestre estos colores, las almacene en tu alma, para que luego lleguen a la superficie en el mundo de los sueños, cuando estés en el REM número 7. Ahí será cuando realmente puedas intentar hacer una introspección, solo a través de la paz y el silencio del mundo de los sueños. Aquí abrirás y cerrarás los ojos ante cuadros de monocromías pero será por la noche cuando ellos te llamen a ti.
¿Cuál ha sido la reacción de la crítica tras su paso por Manila, París y Madrid?
La crítica ha sido totalmente inesperada. He intentado crear monocromías llenas de vida, luz, color, esperanza, y la gente ha reaccionado con mucha alegría, y con la convicción de que son cuadros que te alegran la vida, te hacen feliz.
Nadie es profeta en su tierra, se dice.
Es cierto. Esta primera exposición en Mallorca es un altísimo riesgo, y creo que la persona que yo represento, como nieto de Miró, responsable de la Successió Miró y exponente a nivel mundial de la obra de mi abuelo [ahora exponemos en Tokio, Washington y en noviembre, en Seúl], es un aliciente, pero es que es algo que va dentro de mi ADN. Si no lo hago, me muero, si no pinto, exploto.
¿Cuánto hay de Joan Miró en sus cuadros?
Todo lo que hay aquí es Joan Miró, todo se lo debo a él. Cuando tenía 10 añitos yo bajé a su estudio, él tenía 85, y al ver aquellos colores fue una explosión de esperanza. Me enamoré del color y evidentemente aquello marcó y un antes y un después.

El azul es uno de los colores de Joan Punyet Miró / MANU MIELNIEZUK
¿Dónde reside la grandeza de una muestra como 'Paysage Miró’, que se inaugurará el 30 de julio en cuatro museos de Palma?
Es una exposición pluridisciplinar en la que habrá cuadros, dibujos, cerámicas y esculturas. Será un repertorio muy grande de toda su obra. Aprovecho para agradecer al Govern y ayuntamiento de Palma el máximo esfuerzo que hacen para dar luz al legado de Miró durante los 25 años que pasó en Mallorca y por el trabajo que hacen en defensa de mi abuelo.
¿Por qué se ha tardado tanto en programar una exposición como esta?
Es importante recalcar que hacía mucho que no se reflexionaba sobre la importancia de Miró en Mallorca.
Se salda una deuda histórica con Miró, ¿queda alguna pendiente?
Creo que simplemente se ha de mantener el espíritu vivo y lograr que la Fundació Miró sea un centro contemporáneo. La directora lo hace muy bien, hay gente joven, hay ilusión, música, poesía, danza, pintura joven, y eso es lo que realmente quería mi abuelo.
¿Aplaude la carrera de Palma por alcanzar la Capitalidad Cultural en 2031?
Totalmente, y la voy a apoyar y reforzar con todo mi ímpetu, con toda mi fuerza porque la cultura es lo único que nos hace diferentes de otros países que sí tienen recursos sólidos. Mallorca es una roca, no tiene nada, una roca llena de belleza, montañas, naturaleza, de mar, y si no la mantenemos viva será una pena ver como todo esto desaparece. Hay que intentar mantener un equilibrio entre el turismo y la conservación del patrimonio natural de Mallorca.
¿A su abuelo le gustaría esta Palma que nos ha tocado vivir?
No. Mi abuelo haría ya muchísimos años que habría vendido todo para irse a otro sitio. Palma está insoportable, cada vez hay más tráfico, más coches, más gente en todas las casas, los pisos, hoteles… Son tres meses invivibles. El mallorquín es como el conejo y la madriguera, del 1 de junio al 30 de septiembre el mallorquín se esconde bajo tierra y ve como todo pasa, para luego sacar la cabeza en octubre.
En la inauguración de la muestra, hoy en la Fundació Coll Bardolet a partir de las 20 horas, actuará The Mad Recyclers. ¿Qué define a esta banda?
Es un grupo que lleva seis años en activo y hace una crítica a la basuraleza, a esa basura que acaba en los mares, los océanos, en los desiertos, y luego se vende a países tercermundistas. Hay que gestionar mejor los recursos humanos, los recursos naturales, el reciclaje. Mi banda de rock’n’roll habla única y exclusivamente de este problema, el de la basura. Yo simplemente hago las canciones, las letras en inglés, soy el poeta, y luego las musicamos y cobran vida en forma de canciones.
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