Oblicuidad

Spielberg, un veterano del mar mallorquín donde coincidió con Juan Carlos I

El cineasta visitó la isla en los ochenta con Tom Hanks y Bruce Springsteen, y aquí persiguió infructuosamente el ‘Lady Moura’

Spielberg atrae menor atención que su yate, el ‘Seven Seas’. | J. L. IGLESIAS

Spielberg atrae menor atención que su yate, el ‘Seven Seas’. | J. L. IGLESIAS

Matías Vallés

Matías Vallés

Una visita de Steven Spielberg a Mallorca se inscribe hoy en la rutina. Cuando el vehículo despierta mayor revuelo que su propietario, la fama se está agrietando, y el cineasta se ha visto desplazado por la opulencia de su segundo Seven Seas, valorado en 250 millones. La importancia de la visita se debe a que consolida una tradición que se remonta a los años ochenta, poco después de haber dirigido su seminal Indiana Jones.

Spielberg prefiere la perspectiva de Mallorca desde el mar. En su viaje iniciático le acompañaba su inseparable Tom Hanks, amigo y socio. El dúo estelar ascendió a trío olímpico con la incorporación del navegante Bruce Springsteen, que se encontraba como casi siempre de gira por Europa. Tan elevada densidad de estrellas norteamericanas suponía todavía una novedad, por lo que conmocionaron el verano mallorquín.

Si el yate impresionante es hoy el principal protagonista de la visita de Spielberg, las estrellas de Hollywood aprovechaban en los ochenta su magnetismo personal para visitar embarcaciones de mayor enjundia. Así coincidieron con el protagonista principal de las vacaciones marineras de aquellos tiempos, Juan Carlos I. También se afanaron por acceder al legendario Lady Moura, donde las letras del nombre estaban construidas con lingotes de oro.

No era un viaje de solteros, porque Spielberg y Hanks estaban acompañados por sus respectivas familias. El director, que tiene seis hijos, se hallaba en tránsito de su tormentoso matrimonio con Amy Irving a su relación de larga duración con la irresistible Kate Capshaw. El protagonista de Salvar al soldado Ryan lleva casi cuarenta años junto a Rita Wilson. En efecto, en ambos casos se casaron con actrices que sacrificaron la carrera artística a sus esposos.

Juan Carlos I, un lince a la hora de explotar sus relaciones personales, no dejó pasar la oportunidad que presentaba el tándem Spielberg/Hanks. Sin embargo, el vínculo entre las realezas hollywoodiense y española fue tejido por la libanesa Mouna al Ayoub, la auténtica Lady Moura a raíz de su boda con uno de los hombres más ricos de Arabia.

Los ganadores de un total de seis Oscars suspiraban por visitar el yate más lujoso amarrado en la isla, que dominaba el Club de Mar. El encuentro de tanteo se celebró en alta mar, y se concertó una cita cinematográfica en el vientre del Lady Moura, que poseía una opulenta sala de proyección. Juan Carlos I acudió puntual a la fiesta, el comienzo de una gran amistad con la inteligente libanesa. Los informales estadounidenses no se personaron a la cumbre de reyes y jeques.

Spielberg y Hanks desconocían la personalidad y determinación de Mouna Al Ayoub, poco dispuesta a soportar un desaire. Ni corta ni perezosa, la multimillonaria les obligó a perseguir al Lady Moura durante tres días de navegación. Los norteamericanos suplicaron para visitar el palacio flotante. La anfitriona no los dejó subir nunca a bordo. Cuarenta años más tarde, el Seven Seas de Spielberg dobla prácticamente los 125 millones que percibió Haroun Al-Rashid de un magnate mexicano, por el barco que había dedicado desde el propio nombre a su antigua esposa. Una jaula dorada.

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