Oblicuidad

La mujer más rica de Mallorca (y del mundo) se jubila

Françoise Bettencourt, heredera del imperio L’Oréal/Nestlé con 90.000 millones de euros de fortuna y casa en Formentor, deja sus cargos

Françoise Bettencourt Meyers, noventa mil millones en Mallorca.

Françoise Bettencourt Meyers, noventa mil millones en Mallorca. / EFE

Matías Vallés

Matías Vallés

Mallorquín es todo aquel que vive y trabaja en Mallorca, en especial si tiene una casa de más de diez millones de euros en la isla. Françoise Bettencourt Meyers reúne con creces los requisitos enumerados. Se crió prácticamente desde los cinco años de edad en la mansión familiar de Formentor, allí leyó y compuso los libros que le permiten etiquetarse de «empresaria y escritora».

Por cierto, Françoise Bettencourt también es la mujer más rica de Mallorca e incluso del mundo, gracias a los noventa mil millones de euros que le ha procurado su papel de accionista principal del imperio L’Oréal/Nestlé. Para que se entienda, su familia se llevaba al bolsillo una pastilla de cada tableta del chocolate citado que se vende en el mundo, y un tercio de cada frasco de perfume. Siempre ha volado a sus posesiones mallorquinas en avión privado.

En la última lista, Bettencourt ha sido superada por Alice Walton, también heredera y en su caso de los supermercados estadounidenses WalMart, pero nos guiaremos por la clasificación dominante de los últimos tiempos. Porque la noticia se centra en que Bettencourt acaba de ceder a sus 72 años la vicepresidencia de su imperio, que será ocupada por su primogénito, Jean-Victor Meyers.

Después del trámite informativo, ya podemos centrarnos en la extraordinaria peripecia de Françoise Bettencourt y sus padres en Mallorca. Su progenitor era André Bettencourt, doble ministro en los Gobiernos de los presidentes franceses Mendés France y Pompidou. Lo conocí en Formentor en los ochenta, mientras el político combatía una primitiva ampliación del hotel adyacente que le cegaría la panorámica de la bahía. Me pronunció a bote pronto una frase inolvidable, porque sintetiza la relación con la isla de los auténticos mallorquines del exterior, frente a los impostores actuales. «Mallorca significa para mí la calma más absoluta». A diario descendía a la playa en compañía de su hija ahora jubilada y su esposa, Liliane Bettencourt. Ha llegado el momento de dedicarle unas líneas a una figura mítica.

A los 94 años, Liliane Bettencourt también era la mujer más rica del mundo, y sobre todo insistía en seguir veraneando en Mallorca. Para entonces, su hija Françoise ya había intentado incapacitarla para que no regara de millones a François Banier, un amigo entrañable a quien aventajaba en un cuarto de siglo. También habían corrido las noticias sobre los billetes entregados en sobres para la campaña presidencial de otro gran seductor, Nicolas Sarkozy.

Estuve por última vez con Liliane Bettencourt cuando frisaba los noventa años. Es muy difícil imaginar siquiera una elegancia semejante, jamás vistió una prenda inadecuada. Su herencia era tan difícil de sobrellevar que su hija ahora retirada del puente de mando desapareció detrás de gafas y colores oscuros. Recuerda por una parte a la hija de Carolina de Mónaco, por otra a la pesadilla de Cristina Onassis. La megamillonaria jubilada habita Formentor desde hace setenta años. Encarna a los extranjeros que amaban la isla con más fuerza que si hubieran nacido en ella. Claro que era otra Mallorca.

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