Entrevista | Javier Sierra Escritor

Javier Sierra: "El arte en su origen era una forma de marcar el más allá"

El escritor publica 'El plan maestro' (Editorial Planeta), un regreso al universo de 'El maestro del Prado', 12 años después de su éxito editorial

"El Museo de Bellas Artes de València tiene un cuadro, de un seguidor de El Bosco, que me tiene fascinado", asegura

"No soy autor de sagas porque me encadena a mí como autor y al lector"

Javier Sierra, que presenta su novela 'El plan maestro', continuación de 'El maestro del Prado', en su vista a Levante-EMV.

Javier Sierra, que presenta su novela 'El plan maestro', continuación de 'El maestro del Prado', en su vista a Levante-EMV. / Fernando Bustamante

Begoña Jorques

València

'El plan maestro' no es una novela puramente de ficción. Incorpora hechos y objetos reales. ¿En qué género la enmarcaría?

Te contesto a la gallega. ¿Dónde está la frontera entre la ficción y la realidad en las noticias del periódico? Esa frontera se está desdibujando cada vez más. La literatura se está transformando en crónica y la crónica en literatura. Y esta novela bebe un poco de ese momento en el que nos encontramos. Yo necesito ficcionar cosas que me han pasado para darle sentido. Creo que es una de las esencias del trabajo de los escritores.

Hay realidad y ficción, con la ficción se hacen más digeribles ciertos conceptos como los artísticos.

La dulzura está en la introducción, por primera vez en mi trayectoria literaria, de personajes infantiles, de niños. La aproximación del niño al arte, que es lo que me interesaba utilizar en esta trama, es una aproximación instintiva. No está condicionado por la cultura, por la educación, por el peso de la historia. Simplemente pivota sobre lo que le impacta o no le impacta una determinada obra de arte. Y eso me ha conectado con los orígenes del arte. El arte, en un inicio, no tenía nada de histórico, ni siquiera de estético. Su función era otra. En la Prehistoria, el impacto tenía que ver más con la magia. El ser humano hace 70.000 años tenía la misma necesidad que nosotros de comprender el universo en el que habitaba. Pero para ese ser humano todo estaba vivo, todo estaba integrado. Su visión era animista. Y cuando entraba en una cueva y tenía que elegir qué pared pintar, lo primero que hacía era 'auscultarla', la palpaba. Y donde encontraba una anomalía, un hueco o una protuberancia, pensaba que eran las partes de un animal que estaba allí al otro lado de la piedra, apoyado, como una panza de bisonte o el ojo de un caballo.

El escritor Javier Sierra.

El escritor Javier Sierra. / Fernando Bustamante

Aprovechaba el material para crear.

Él aprovechaba ese accidente para siluetear el resto de la figura. Por lo tanto, el arte, y esto es lo que a mí me pone en marcha para este libro, es que el arte en origen era una manera de marcar el más allá, de hacer visible lo invisible. Era un acto mágico. Y quise saber cuánto quedaba de esa función primigenia del arte en el histórico: en un Velázquez, Bosco o Goya. Y he encontrado esas huellas. Digamos que he hilado todo eso.

¿Por qué decide volver ahora al germen de 'El maestro del Prado, tanto tiempo después?

¡Doce años después, nada menos! Pues porque aquel libro quedó abierto. Lo que hice fue ficcionar un tropiezo que tuve real en el Museo del Prado con un señor que me enseñó a leer el Arte. Y lo convertí en personaje para poder dominarlo y para que me contara las cosas que no me contó. Terminaba aquella novela con un acertijo que no se resolvía. Es una novela curiosa en ese sentido y muy poco típica porque no le daba al lector todo masticado, sino que lo que buscaba era sugerirle. Y los lectores se han convertido en estos doce años en cómplices de ese acertijo y me han hecho sus propuestas de resolución. Así que con todo ese material que ha sido muy bonito, más mi propio interés en seguir ampliando mi universo artístico dentro de la literatura, vi que era el momento oportuno de publicar 'El plan maestro'.

"El ser humano hace 70.000 años tenía la misma necesidad que nosotros de comprender el universo en el que habitaba"

Lo más comercial hubiera sido aprovechar el éxito de ventas.

Sí, sin duda. Pero yo no soy autor de sagas. Primero porque a mí como escritor una saga me encadena. Me quita libertad. Hace que tenga que estar siempre con los mismos personajes, la misma época y la misma historia. Y segundo porque también encadena a los lectores y me parece un poco falta de respeto el obligarlos a seguir una saga. En este caso lo que he hecho ha sido construir un universo expandido. Es decir, aquel que haya leído 'El maestro del Prado' disfrutará de este libro con algún elemento de juicio mayor que el de un lector que no lo haya hecho. Pero no se necesita haber leído uno para leer el otro.

Hablaba de la introducción del niño en la novela, que tienen esa capacidad de ver más allá. ¿En qué momento dejamos de ver ese más allá?

La neurología tiene una respuesta precisa para eso, lo que ellos llaman la poda sináptica, que se produce aproximadamente entre los 7 y los 8 años. Es el momento que nosotros llamamos el fin de la inocencia o la llegada de la razón, 'el uso de la razón', que sería la expresión de nuestros padres. Pero tienen una raíz biológica. El cerebro de los niños, probablemente por puro instinto de supervivencia, está hiperestimulado, hiperconectado. Su función eléctrica es muy superior a la del adulto. Y a partir de los 8 años, muchas neuronas empiezan a desconectarse o a perder la conectividad con el resto. Eso influye en la percepción. Un niño ve una mancha en una pared y al lado una raya pintada por un grafitero y saca de ahí una figura. Lo ve instantáneamente. O levanta la mirada a las nubes e inmediatamente ve una escena, una cara o un animal. Lo curioso es que una vez que lo ve el niño, si se lo explica al adulto, el adulto también lo ve. Es decir, que nunca perdemos esa capacidad, pero está adormecida. Lo que yo he hecho con esta novela es acudir a esa mirada del niño, la llamo 'la segunda mirada', y estimularla en mis lectores.

Portada de 'El plan maestro', de Javier Sierra.

Portada de 'El plan maestro', de Javier Sierra. / Levante-EMV

Juega a hacer que el lector adulto vuelva a ser un niño.

Está mal decirlo (ríe), pero 'El plan maestro' es un elixir de la juventud. Te devuelve a esa percepción. Hace algo que lleva muchos años, décadas, haciendo en el cine Steven Spielberg. Steven Spielberg siempre mete niños en sus películas porque sabe que todos hemos sido niños. Y por lo tanto empatizamos con el niño que fuimos y con los niños que también pueden ver esas películas. Esa es la clave un poco que yo he procesado y que he introducido aquí.

¿Con qué parte ha disfrutado más: con la ficcionada o con la real?

El disfrute ha sido la fusión. Al ficcionar la realidad comprendes la realidad; si no, se te escapa. La ficción acota, pone un principio y un fin a algo que no tiene ni principio ni fin, que es la vida. Es imprescindible para entender el mundo en el que vivimos. Pero fíjate, también te diría que es imprescindible para entender el Arte. Es decir, todo Arte necesita un relato y si ese relato contiene ficción, se entiende mejor. Cuando alguien te explica el cuadro 'La fragua de Vulcano', de Velázquez, y te cuenta el mito  de Apolo, que se presenta en el taller de Vulcano, y le cuenta la infidelidad de Venus, entonces el cuadro se convierte en tridimensional. Es una gran responsabilidad de que escribiendo este libro me estoy convirtiendo en un maestro instructor. Pero mi función no es convencerte de nada, sino hacer que te preguntes los porqués del Arte.

"El Museo de Bellas Artes de València tiene un cuadro que me tiene fascinado, de un seguidor del Bosco. En una de las esquinas hay una mosca dibujada, pero está hecha con tal precisión que el pintor tuvo que tener una lente de aumento o un microscopio"

¿Cuándo empezó este interés por lo fantástico concentrado en el mundo del Arte?

Yo creo que empezó en mi infancia. Crecí en Teruel, viví allí hasta los 15 años y me eduqué en un entorno que está lleno de arquitectura, de historia y también de arte. Ya de niño me hacía las preguntas de ¿quién hizo esto y para qué? Lo bueno es que esa curiosidad nunca se ha terminado de satisfacer. Es decir, que una vez que has averiguado quién ha hecho eso y para qué descubres que quedan preguntas por responder. Eso es lo que me ha convertido en esta especie de devorador de enigmas permanente.

¿Qué obra de arte sigue siendo un enigma todavía para usted?

Muchísimas. Pero si tuviera que quedarme con alguna, "El descendimiento", de Roger van der Weyden que está en el Museo del Prado, que es un cuadro del siglo XV que está hecho con una técnica que es fotográfica. Parece una fotografía hiperrealista y probablemente utilizó juegos de lentes y de ópticas prefotográficas que mantuvo en secreto. Yo siempre sospecho que Roger van der Weyden y su escuela inventaron la fotografía. Pero no lo redescubrimos hasta el siglo XIX. Bueno, daría para otra novela. Es un cuadro que me hechiza.

Javier Sierra, con su nuevo libro, en el Museo del Prado.

Javier Sierra, con su nuevo libro, en el Museo del Prado. / Levante-EMV

¿En qué museo se perdería?

En muchos. Por ejemplo, sin ser un museo de arte, el Museo de Antropología de México me parece fascinante. Es un recorrido por todas las culturas mesoamericanas y sus múltiples enigmas. Es un museo en el que viviría. El Museo del Louvre de París es tan heterogéneo. Tiene tantas cosas de tantas épocas históricas y no solo adscritas a la pintura, sino a otras artes, que también me parece muy interesante. Los Museos Vaticanos me interesan no solo por el museo en sí, que es lo de menos, sino por las salas. Las salas en sí son contenedores preciosos. Ya son en sí mismas obras de arte de primera magnitud. Ahí es donde está la Escuela de Atenas de Rafael, por ejemplo, o la Capilla Sixtina, imagínate. Me costaría quedarme con uno.

¿Habrá una continuación de 'El plan maestro'?

Es una obra que se cierra, pero a la vez es tan infinito el trasfondo que no puedo descartarlo. Pero eso sí, ya te garantizo que no voy a trabajar en esto como si fuera una saga.

¿El Museo de Bellas Artes de València le sugeriría alguna idea para un futuro libro?

En el Museo de Bellas Artes de València he encontrado ya los Juan de Juanes con los 'Salvadores eucarísticos' y el 'Santo Cáliz', que ya de por sí dan para una novela. De hecho, en 'El maestro del Prado' publiqué uno de esos 'Salvadores eucarísticos' de València. También el Bellas Artes tiene un cuadro que a mí me tiene fascinado, que es de un seguidor del Bosco, es como una flagelación de Jesús. Y lo que tiene de particular ese cuadro es que en una de las esquinitas hay una mosca dibujada, pero está hecha con tal precisión que el pintor en su momento tuvo que tener una lente de aumento o un microscopio. Esa mosca esa es la bomba. Cómo algo tan pequeño como una mosca, tan raro, pintada sobre el ropaje de uno de los romanos que están con Jesús, ya daría para hacer una novela. València fue una ciudad muy importante para el Renacimiento, mucha cultura pictórica y mucha influencia con los Borja o la Ruta de la Seda. Yo podría convertir fácilmente València en el escenario de una novela.

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