Mario Vargas Llosa buscó casa para vivir en Mallorca

La agente literaria Carmen Balcells realizó las gestiones inmobiliarias, el traslado de la monumental biblioteca y la falta de colaboración del Govern frustraron la residencia del escritor fallecido en la zona de Deià

Mario Vargas Llosa con Gian Luigi Epis, director del Hotel Formentor en 2010

Mario Vargas Llosa con Gian Luigi Epis, director del Hotel Formentor en 2010 / DM

Matías Vallés

Matías Vallés

Palma

Mario Vargas Llosa sentía una fascinación irremediable por Mallorca, en especial por las montañas donde estaban impresas las huellas de Robert Graves, Borges y Julio Cortázar. Una de sus novelas más celebradas, ‘Pantaleón y las visitadoras’, fue engendrada en el hotel Formentor en 1972. Y sobre todo, a principios de los noventa quiso sellar su pasión por la isla estableciendo en ella su residencia definitiva.

A principios de los noventa, Vargas Llosa quiso convertirse en vecino de Deià, suceder a Graves y evocar el día en que retumbó en los contornos la música de Cortázar, una jornada que el peruano evocó en su texto ‘La trompeta de Deyá’. No se trataba de una intención vaga, la primera expedición a Mallorca estaba integrada por el escritor, su segunda esposa y prima Patricia Llosa pero, sobre todo, capitaneada por la agente literaria Carmen Balcells. Es decir, la comadrona del ‘boom’, la intermediaria de quien Carlos Fuentes confesaba que todos sus escritores tenían una estampa en casa con velas para adorarla.

Siempre pendiente del mínimo capricho de sus autores, Balcells pasó en Mallorca de agente literaria a inmobiliaria de Vargas Llosa. La decidida y decisiva emprendedora se entrevistó con el entonces alcalde de Deià, para analizar las posibilidades de una mudanza. También fueron contactados diversos agentes inmobiliarios, en el rastreo de las casas disponibles. Pronto se topó con un obstáculo inesperado, alejado del económico, la inconmensurable biblioteca del escritor.

La decisión de trasladar a Mallorca el tesoro de su libros confirmaba el interés apasionado de Vargas Llosa por Deià. El número de volúmenes a embarcar no se medía en miles, sino en decenas de miles, la búsqueda proseguía pero se estrechaba el horizonte. Al difundirse en círculos inmobiliarios el interés del ilustre visitante, era obligado ponerse en contacto con la todopoderosa intermediaria. La conversación que mantuvo Balcells con el periodista ilustraba su interés y su fama de imperturbable ejecutiva.

-Buenos días, señora Balcells, quería confirmar que Vargas Llosa busca una casa en Deià.

-¿Por qué?, ¿tú conoces alguna casa que pueda interesarle?

Concentración absoluta en la tarea. Ante la magnitud de los obstáculos logísticos, Balcells y Vargas Llosa decidieron jugar la baza política y buscar la intercesión del Govern, en aquellos momentos en manos de Gabriel Cañellas. Las gestiones en este terreno fueron infructuosas por un obstáculo lingüístico, el gabinete más nacionalista de la historia de Balears no podía soslayar que se trataba de un escritor en castellano. El desinterés fue inmediato. Cabe recordar el escándalo catalanista y los abucheos cuando Camilo José Cela Trulock fue nombrado catedrático honoris causa de la Universitat, tras décadas de residencia en Palma

Los esfuerzos infructuosos por establecerse en Mallorca no enturbiaron el afecto de Vargas Llosa por la isla. Regresó en 1993 con su esposa, una vez el sueño ya malogrado. Repitió estancias aveces en yate, incluido el homenaje en el hotel Formentor en 2010, para festejar in situ su trabajo en ‘Pantaleón’. Una placa conmemorativa señalaba esta implicación literaria del Nobel, salvo que haya sido arrasada con el resto del edificio por los actuales propietarios mexicanos.

Con posterioridad a su intento de comprar una casa, Vargas Llosa se vio vinculado al apellido más significativo de Mallorca, al obtener en 2002 el II Premio Bartolomé March, segundo hijo de Juan March Ordinas. El galardón recompensaba la crítica literaria contenida en su libro ‘La verdad de los mentiras’, con un jurado encabezado por Eduardo Mendoza.

En fin, Vargas Llosa fue el protagonista en Mallorca de una ceremonia íntima, a la que no asistió. Tras la publicación de ‘La fiesta del chivo’, una de las mejores novelas de todos los tiempos, Fuentes reunió a sus allegados en la isla para cenar. El escritor mexicano preguntó a los congregados qué pensaban sobre la novela ambientada en la República Dominicana, país de impronta mallorquina hoy. Los parabienes al libro fueron unánimes, solo moderados porque se trataba de un rival literario del anfitrión. Aquella noche, el autor de ‘Terra Nostra’ asumió que no sería el ganador del segundo Premio Nobel a un autor del ‘boom’. 

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