CRÍTICA
Un concierto con aciertos
Orquestra Simfònica de Balears
- Vanessa Goikoetxea, soprano
- Adrià Sánchez, voz blanca
- Gerònim Seib, tenor
- Capella Mallorquina
- José María Moreno, director
- Obras de Von Weber,
- Mahler y Forrest
- ***½
Invitar a José María Moreno a dirigir la Orquestra Simfònica sin duda fue una muy buena idea. Nuestros profesionales que trabajan y triunfan aquí y fuera son un valor que debemos potenciar y dar a conocer. Por tanto, empezamos esta crónica con un acierto.
Programar una sesión sinfónico-coral también es un hecho que debe ser aplaudido, pues estamos faltos de programas con solistas vocales y coro. Otro acierto. Como también lo fue dar a conocer una obra como el Réquiem de Dan Forrest.
Presentar en Mallorca a una de las voces que destacan en el panorama internacional, como lo es Vanessa Goikoetxea, también es digno de mención.
Así que, para empezar, de aciertos va la cosa.
Moreno se mostró seguro en todas las partituras. En la Obertura de El cazador furtivo dirigió con precisión, matizando las secciones de la formación, aunque con un estilo exageradamente dinámico sobre el podio. En las Canciones del caminante, de Mahler, tan sentidas y expresivas, elaboró un acompañamiento romántico, pensando siempre que inicialmente fueron compuestas para voz y piano, con lo cual el paso a orquesta debe mantener ese clima de cámara que Mahler imprimió a esas cuatro canciones, dramáticas y melancólicas a la vez. Cosa que, en el caso de la soprano, no lo vio de la misma manera, cantando esos poemas de manera elegante, afinada, dramática, pero alejada del lied.
Goikoetxea tiene una voz potente, hermosa, la imagino en roles como Electra o cantando alguna de las Leonoras que en el mundo de la ópera han sido, pero aquí, en esas joyas mahlerianas, debió dejar de lado la escena para adentrarse en ese universo que pictóricamente retrató con maestría Caspar David Friedrich en esa obra maestra que es El viajero en un mar de nubes, que podría haber inspirado a Mahler. La soprano estuvo mucho mejor en sus cortas pero decisivas intervenciones en el Requiem for the living, de Dan Forrest, que llenó toda la segunda parte del concierto.
Una obra en la que Moreno también se mostró cómodo, seguro, pues contar con el que es su coro le debió dar confianza, sin duda. Un coro, la Capella Mallorquina, numeroso y que cantó preciso y compacto en todos los movimientos de la partitura que el compositor compuso muy al estilo Hollywood, pues en no pocos compases la música pide imágenes.
En ese réquiem para los que quedan y no para los que se van, Forrest imita, conceptualmente, pero no estilísticamente, claro, la idea de Brahms y su Réquiem alemán. Tampoco es nueva la idea de utilizar una voz blanca combinada con una soprano, lo hizo ya en otro Réquiem Andrew Lloyd-Weber, en una partitura que muy bien podría haber empezado en Mallorca.
Para su obra, además de una soprano y un coro, Forrest cuenta con unas puntuales intervenciones de tenor (muy bien Gerònim Seib) y de una voz blanca, el niño Adrià Sánchez, que se mostró seguro, afinado y sobresaliente (la genética y el ambiente familiar no suelen fallar): Enhorabuena.
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