ARTE

Ela Fidalgo convierte el Casal Solleric en un verdadero espacio público

‘La Madre’, una de las tres piezas de ‘Habitar el conflicto’, es el resultado de un taller social por el que pasaron más de 500 personas, que aportaron su creatividad a esta escultura

Ela Fidalgo y la escultura 'La Madre', en el patio del Solleric.

Ela Fidalgo y la escultura 'La Madre', en el patio del Solleric. / Ana B. Muñoz

Montse Terrasa

Montse Terrasa

La gran y colorida escultura La Madre preside el patio del Casal Solleric. Mientras dura la charla con su creadora, Ela Fidalgo, varios visitantes la felicitan. Ella ideó esta pieza, pero fueron más de 500 personas las que pasaron por este lugar durante seis días para crearla. Dejaron su parche de tela, cosido a otros, y dieron sentido a esta figura maternal. No es el resultado lo que importa, sino el proceso creativo y «el amor que ha volcado la gente», dice Fidalgo. Esta es una de las tres piezas que componen el proyecto Habitar el conflicto, que quiere hacer del arte y espacios culturales algo social, cercano a todos y accesible.

‘La Madre’ preside el patio del Casal Solleric y será donada a la ciudad.  | FOTOS: ANA B. MUÑOZ

‘La Madre’ preside el patio del Casal Solleric y será donada a la ciudad. / ANA B. MUÑOZ

«Mi aportación es ceder mi espacio. A mí lo que me encanta es que personas desconocidas, que no son artistas, o sí, amas de casa, inmigrantes... estén aquí exponiendo, es algo muy real», comenta Fidalgo sobre La Madre, que será donada al Ayuntamiento de Palma.

En el showcase del Solleric está La silla de los abrazos, en la que se puede sentar quien quiera. Con esa acción, el escaparate se ha convertido en un espacio donde sentirse arropado mientras se observa la ciudad al otro lado del cristal. La idea de la silla le surgió en una feria de arte, en las que suele haber pocos sitios donde descansar y son lugares fríos. Coincidió con el inicio de la guerra entre Rusia y Ucrania. «Yo veía a Putin y me decía, a este hombre, pobre, no le han dado abrazos de pequeño», explica. Además, observó que a los niños con autismo (su pareja es integrador social y fotógrafo) les encantaba sentarse en esas sillas y ella misma constató la importancia de que alguien te tienda una mano para acogerte.

‘La silla de los abrazos’.

‘La silla de los abrazos’. / Ana B. Muñoz

De la fachada del Solleric salen tres grandes manos hacia la calle. Es la pieza Abrazando la ciudad. «Es como si el museo quisiera abrazar a todos los paseantes y es una llamada de atención, de que esto es un espacio público, porque ya no existen esos espacios públicos donde la gente se reúne. En el paseo del Born, te puedes sentar, pero ya no es un punto de encuentro porque están unas terrazas que al final son espacios privados. La gente ya no pierde el tiempo en los parques. Y me parecía interesante que un espacio museístico, que es para el arte, sea un punto de encuentro y un espacio público», explica Fidalgo.

Ela Fidalgo y sus grandes manos que recogen al visitante.

Ela Fidalgo y sus grandes manos que recogen al visitante. / Ana B. Muñoz

Con esa idea surgió La Madre y el taller en el que participaron todo tipo de personas, que contó con la colaboración de Esment y Aspace. «Para mí era interesante que fuera lo más real posible a lo que es una ciudad. La ciudad recoge personas de diferentes posiciones económicas, culturales, geográficas, capacidades diferentes y tiempos diferentes. Y quería hacer ese encuentro aquí y de una manera en que toda voz que está aquí cosida es importante, tiene esa dignidad para estar en este espacio», defiende la artista. En esa escultura de 4 metros de altura, cada uno desarrolló la creatividad libremente, utilizando el material que Fidalgo puso a su disposición.

Habitar el conflicto, comisariada por Fernando Gómez de la Cuesta se podrá visitar hasta el 13 de abril. Es una exposición por capas, según Fidalgo: «Llegas a la fachada y esas manos te recogen. Luego entras y la silla te abraza, hasta que llegas a La Madre y te llega al corazón», describe.

Tracking Pixel Contents