El gallinero
Un enema por Molière

‘El malalt imaginari’. / TEATRE PRINCIPAL
Estrenada la primera producción de la etapa Martorell en Principal de Palma. Sala llena para ver la adaptación de Sergio Baos de El malalt imaginari, de Molière. Vaya por delante que el humor escatológico no me llega y que aquí (y en el texto original, por supuesto, y en el Barroco, en general) reina la flatulencia, el imperio rectal, la lavativa, sin reparos, al límite. El problema es mío. A partir de ahí, hay aspectos del montaje que me gustan: los actores, por ejemplo. Cuatro veteranos: Rodo Gener, Marga López, Alicia Garau y Salvador Oliva; otros cuatro de promociones más recientes: Sara Palomo, Miquel Aguiló, Karen Codina y Mariona Hauf – ideal en el papel de Cleanta, que aquí releva a Cleonte-. Otro elemento a favor, el atrevimiento del adaptador-director. Primero, porque tiene el inmenso detalle de aplicarle un enema al clásico; lo deconstruye, nos lo sirve limpio del polvo, y de la paja, del siglo XVII. En segundo lugar, porque se la juega a consciencia con el tono, subidísimo desde el minuto uno, y con una rabiosa contextualización del mensaje; aquí pillan cacho las celebrities pasadas de rosca, los hippy-pijis, los negacionistas, los garrulos de la extrema derecha, los naturalistas de salón, los gurús, los coach, los que creen en los coach... A todos esos, y a alguno más, Baos les da con la mano abierta. Justicia dramática. Me divierten también las apariciones de históricos (no haremos spoiler) y no tan históricos, todos histriónicos, y me atrapa la atmósfera sonora que ha creado Sara Mingolla. Pero hay apuestas en las que no sé entrar - la reiteración en los argumentos, la infantilización de algún que otro personaje, ese gag que vuelve... y vuelve– y dos preguntas que me hago: ¿Por qué se narra a público parte de la historia? ¿Por qué no se aprovecha más esa escenografía hiperbólica? Es igual, será un éxito.
En formato más pequeño, aunque complejo, debería girar por las salas Cinestèsia, un híbrido entre teatro, música y cine (todo bien integrado) con dramaturgia de Alfonso Morillas, dirección de Toni Bestard, Aina Zuazaga sobre el escenario, Santi Celaya, Laura Andújar, Rodo Gener y Aitor Alonso en la pantalla y Lost in Traslation encargándose de la banda sonora. La pieza es un canto a la cinefilia, a las películas con las que crecimos y nos hicimos adultos, y también un retrato de las relaciones sentimentales, a través de varias experiencias en las que (casi) todos nos podemos ver identificados. Hay nostalgia, dolor, humor marca-Morillas, toques de Woody Allen y una suerte de conclusión, maravillosa: el cine cura.
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