En contra

Irene Zurrón Servera: «Me atrae la idea de la mujer rodeada de gatos»

Irene Zurrón Servera

Irene Zurrón Servera / Sergi Ribas

Matías Vallés

Matías Vallés

Irene Zurrón Servera (Palma, 1990) ha ganado ex aequo el Premi Documenta, con los relatos de Un gat negre al jardí. La profesora sustituta de la Universitat Autònoma de Barcelona estudió en la UIB y se doctoró con una tesis sobre el suicidio, alrededor de la obra de Mercè Rodoreda.

Para que se haga cargo del tipo de entrevista: «¿Tiene usted Un gat negre al jardí?»

Tengo dos gatos ahora mismo, pero ninguno negro. Me gustan de toda la vida, y desde que me independicé en pisos pequeños es el único animal que puedo tener, me dan compañía y me inspiran curiosidad.

El título del libro premiado era por tanto inevitable.

El gato negro está culturalmente envuelto de supersticiones, vinculado a la brujería y a las personas malvadas. En general, el perro es el bueno y el gato es el malo.

El trumpismo utiliza el término de «damas de gatos» para denigrar a las mujeres sin hijos.

Existe la idea de esa mujer amargada y rodeada de gatos. Es una imagen que me atrae y que reivindico con gusto.

¿Por qué lo llamó ‘gat’ y no ‘moix’?

Como filóloga, tengo muy presente el asunto de la lengua. Me planteo sus usos, y en el interior también escribo ‘moix’ en el dialecto mallorquín. El contenido del libro, que no desvelaré, justifica el uso del ‘gat’.

No sé si he oído bien, ¿ha dicho ‘dialecto mallorquín’?

El mallorquín es una variante del catalán, sí, sin necesidad de entrar en polémicas, y la elección de las palabras exactas siempre me genera una reflexión.

¿Cómo es ganar un Premi Documenta?

Increíble, no entiendo cómo ha sucedido y presenté los relatos el último día, al límite de horario. Es un premio muy reconocido en el sistema catalán, aunque no tan bien dotado como otros, y lo han ganado mis referentes Sebastià Alzamora e Irene Solà.

Dijo que «no sabes bien cómo introducirte en el sistema literario».

No es sencillo escribir si no eres nadie. El premio te lo pone fácil, es una oportunidad que abre puertas, con el aval de publicar en una editorial que me gusta mucho.

¿En qué consiste el «estilo depurado» que ha alabado el jurado del premio en sus relatos?

La lengua es mi herramienta básica, y no me gusta un texto en el que podrías tachar cosas. Prefiero que falten adjetivos a que sobren, me apunto a la sobriedad.

¿Fue usted la niña rara que se pasaba el día leyendo?

Jajaja. No tanto, aunque quizás me convendría decir que sí. No lo he tenido claro toda la vida. Leía anárquicamente libros muy malos, sin coherencia, seguro que de niña dije alguna vez que «no me gusta leer». El cine me atrapó antes que la literatura. Era buena estudiante, eso sí, pero venía del Bachillerato científico y Harry Potter me condujo a lecturas más maduras.

¿Por qué se doctoró sobre el suicidio?

Porque es un tema del que se ha escrito desde diferentes perspectivas. Abundan los discursos con una carga moral, pero a mí me interesó que se ajustara a los que no encajan en la norma, los no cristianos o las mujeres adúlteras, como si fuera un castigo. Siempre desde la representación literaria que es mi terreno, no desde la psicológica.

El suicidio desde la óptica de Rodoreda.

En la tesis adopto una perspectiva histórica, y me centré en la figura de Rodoreda. Es la autora que más he trabajado, la he releído muchas veces.

¿De esa admiración surge la imitación?

He intentado evitar que esa concentración en una autora me llevara a una reiteración. A veces me castigaba pensando que «seré una mala Rodoreda», o suprimo un fragmento diciéndome que «esto es muy rodorediano».

¿«Més val morir que viure lligat i presoner»?

Es una frase muy romántica de Rodoreda, pero no sé si estoy de acuerdo. No la aplicaría a mi vida privada, no moriría por mis ideas.

El mallorquín prefiere sobrevivir a cualquier precio.

Somos un poco así, pero también me considero muy idealista.

¿Cuánto lo es de mallorquina?

Cuando estoy en Mallorca me dicen que tengo acento catalán, y en Cataluña ocurre lo contrario. Me siento muy mallorquina, contenta de la experiencia maravillosa de la Universitat de les Illes Balears, y aunque ya llevo siete años en Cataluña, también he vivido en Italia y en Francia.

Como filóloga catalana, ¿qué piensa de Vox gobernando las instituciones mallorquinas?

No me gusta, obviamente, y ya está.

¿El catalán goza de buena salud?

Uy. Soy más optimista en la vida que en la escritura, y el catalán aparece en contextos donde no se utilizaba, pero percibo un retroceso porque el uso social ha disminuido, en redes o incluso en la Universitat Autònoma.

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