Bernardí Roig revive los ‘Bous de Costitx’ en el Museo Arqueológico Nacional
El artista mallorquín inaugura el próximo día 22 en Madrid la exposición ‘Caps [y] Bous. El tercer cuerno’, estructurada a partir de seis piezas
Bernardí Roig (Palma, 1965) arranca 2025 con Caps [y] Bous. El tercer cuerno, una ambiciosa exposición con los Bous de Costitx como protagonistas y con la que establece «un monólogo con el Museo Arqueológico Nacional». Un soliloquio a través de seis piezas que pueden entenderse como «un conjunto de resonancias, desbordamientos, ecos y fricciones que buscan repensar el museo de arqueología más importante de España y edificar otra forma visible e inesperada para el público: un susurro al pasado, sin piedad, mínimo pero insistente».
Caps [y] Bous. El tercer cuerno se inaugurará el próximo día 22 y podrá visitarse hasta el 25 de mayo, en el Jardín, el Patio Ibérico (Sala 12) y Patio Romano (Sala 20) del Museo Arqueológico Nacional (MAN), en Madrid. Está integrada por un total de seis piezas, dos de ellas monumentales: una instalada en el Jardín y otra en la sala de Protohistoria, una torre de luz, de poliestireno expandido, de unos 6 metros de largo, «como la que presenté hace un año en el patio del Casal Solleric, y de la que está suspendida una de las réplicas que he hecho de uno de los Bous de Costitx, el más estilizado», apunta el artista, que vuelve a ser noticia tras la espectacular muestra Bernardí Roig: La cabeza de Goya que el museo de Washington The Phillips Collection expuso entre mayo y julio de 2024.
En la exposición también hay una réplica de la verja que circunda todo el perímetro del MAN y la Biblioteca Nacional, desde el Paseo de la Castellana hasta Serrano. «Una verja que tiene unos 10 metros de largo con la que propongo una nueva entrada y una reflexión sobre el nuevo recorrido que planteo para la exposición», explica Roig.
Una metáfora que ampliase la verdad del objeto hallado
En la parte de la Hispania romana del MAN, donde están las esculturas de Livia, Tiberio o Druso el joven, hay una modificación de la instalación de 15 cabezas romanas del siglo II y donde Roig introduce una pieza suya, «una cabeza». Además presenta una pequeña obra de vitrina, una reflexión sobre el encuentro fortuito del hallazgo de Son Corró (Costitx), del que se cumplen 130 años.
«Los Bous de Costitx llevaban dos mil quinientos años sin existir, aunque alguna vez hubieran existido: idolatrados, protegidos, simbolizados e incluso enterrados. Representaban miedos, derrotas y alucinaciones, pero jamás tuvieron un cuerpo. Por ello, en ausencia de torso y extremidades los colgaban de muros, postes o eran apoyados sobre columnas». La exposición es «un intento por construir una metáfora que ampliase la verdad del objeto hallado, y que revelase lo que le crece a ese objeto musealizado o auratizado cuando se acumulan sobre él las miradas del espectador. Ese tercer cuerno que le sale al Bou de Costitx es un cuerno dorado y es esa metáfora. Desde el momento en que entran en el museo, pasan de la excavación a la vitrina y dejan de tener esa función que tuvieron mágica, religiosa, evocativa o decorativa para convertirse en objetos estéticos», reflexiona Roig.
Dispuesto a despertar la incertidumbre en el visitante
«Lo que me interesa con estas piezas es que el público del museo, que no está acostumbrado en su mayoría al arte contemporáneo, tendrá una manera de mirar el arte, no sé si del pasado, pero sí el arte anterior al pasado. El solo hecho de la anomalía dentro del campo visual espero que les cree una incertidumbre o una perplejidad, y eso es un motor fabuloso que pone en marcha preguntas», subraya.
Asiduo visitante del MAN, Roig siempre se ha sentido cautivado por los Bous de Costitx, «exquisitos, fascinantes. Son piezas fundidas a la cera perdida, y son extremadamente contemporáneas, sobre todo una de ellas, la más grande, la que tiene sus cuernos con forma de lira, que podría ser perfectamente del siglo XX», asegura.
Preguntado por una vieja reclamación, la del regreso de los Bous a Mallorca, aclara que «ese es un asunto académico-político» pero, en cualquier caso, sostiene que «los toros son tan maravillosos que no deberían viajar solo a Mallorca, deberían viajar por todo el mundo, a Laos, Palma y Ankara. Son preciosos», insiste.
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