Documentos secretos
Los secretos entre Hitler y el Papa: ¿por qué Pío XII nunca condenó el Holocausto nazi?
El historiador David I. Kertzer indaga en 'El papa en guerra’ en la controvertida actuación del Vaticano ante el genocidio de los judíos
Anna Abella
"Ya desde un primer momento, cuando aún era el Holocausto de las balas, cuando durante la invasión del Este de Europa los nazis asesinaron a cientos de miles de judíos a punta de pistola, el papa Pío XII supo lo que ocurría por los obispos que estaban en las zonas ocupadas y, sobre todo, por un capellán de Roma que iba con las tropas italianas en el frente Oriental. Cuando siguió el exterminio en los campos también sabía lo que pasaba", confirma el historiador estadounidense David I. Kertzer, que buceó entre los 16 millones de documentos sobre Pío XII desclasificados en 2020 por voluntad del actual pontífice Francisco. El vaticanista vertió su investigación en ‘El papa en guerra’ (Ático de los Libros), un ensayo que recorre las sombras que acompañaron al controvertido Giovanni Pacelli, quien durante su papado (1939-1958) nunca condenó el genocidio nazi y mantuvo conversaciones con el régimen de Hitler mientras proclamaba la más que cuestionable neutralidad de la Santa Sede durante la Segunda Guerra Mundial.
Ganador de un Pulitzer por ‘El Papa y Mussolini’, Kertzer explica en entrevista telemática cómo "Angelo Roncalli, que acabaría siendo su sucesor como el papa Juan XXIII, dejó testimonio de una reunión con Pío XII en la que vio lágrimas en sus ojos por lo mucho que le pesaba en la conciencia haber guardado silencio ante las atrocidades nazis para no sacrificar o poner en peligro a la Iglesia. Le mostró su preocupación por cómo le juzgaría el mundo".
No cree el también antropólogo y catedrático que Pío XII fuera colaboracionista ni que fuera "el papa de Hitler", pero queda claro que no fue un líder espiritual precisamente ejemplar. "No sentía amor hacia los nazis. Pero estaba preocupado por la supervivencia de la Iglesia si se producía la plausible victoria del nazismo en Europa. Creía que necesitaba entenderse con los nazis si al final tenía que convivir con ellos para proteger la institución eclesiástica y sus intereses. Eso es lo que motivó sus acciones durante la guerra. Le intimidaba Hitler, lo veía como un pagano enemigo de la Iglesia y temía lo que podía llegar a hacer contra ella porque ya había cerrado escuelas del clero y seminarios", continúa.
Que el Papa no hablara en contra del Holocausto, que no dijera claramente que los judíos no eran enemigos o que no estaba bien que un cristiano matara a un judío contribuyó al exterminio
En los archivos descubrió que, antes de la invasión de Polonia, Pío XII y Hitler mantuvieron conversaciones secretas para explorar un acuerdo de buenas relaciones a través del príncipe nazi Philipp von Hessen, casado con la hija del Rey de Italia. "El Papa guardó esas conversaciones transcritas y se han ocultado durante más de 80 años. Hitler deseaba mejorar la relación con el Vaticano porque el papa anterior, Pío XI, había criticado abiertamente al régimen nazi y había hecho publicar constantes críticas en ‘L'Osservatore Romano’, el diario del Vaticano. Con Pío XII, Hitler lobró que prohibiera esas críticas", al tiempo que se aseguraba la fidelidad de los católicos alemanes.
Lo que el Führer no logró del todo, añade, es que el Papa "apoyara públicamente su intención de destruir el comunismo cuando empezó a invadir la URSS". "Mantuvo la figura papal como neutral, aunque la Iglesia italiana, de la que estaba al cargo, sí se mostró favorable a esa cruzada anticomunista", señala, aunque "cuando en 1943 ya se veía que Hitler acabaría perdiendo la guerra, el miedo al comunismo si Alemania era destruida pesó en los motivos de Pío XII" para no cuestionar abiertamente el fascismo.
Pío XII solo intercedió para liberar a los judíos bautizados y a los hijos de matrimonios mixtos capturados en la dramática redada de Roma de 1943
El único gesto cristiano del Papa fue cuando se produjo "la dramática redada de 1.259 judíos de Roma el 16 de octubre de 1943". Los retuvieron dos días fuera de los muros del Vaticano antes de deportarlos a Auschwitz. "Los informes dicen que la Iglesia logró liberar a los judíos bautizados o a hijos de matrimonios mixtos que habían sido capturados y que para ello hablaron con el embajador alemán en la Santa Sede". Sin embargo, Pío XII no dijo nada ni actuó cuando obispos católicos polacos le pidieron ayuda cuando Hitler invadió Polonia y negó a un enviado de Roosevelt saber nada del genocidio cuando los aliados se lo preguntaron directamente en 1942.
El padre de Kertzer era capellán judío del Ejército de Estados Unidos. "Estuvo en la liberación de Roma y yo crecí escuchando sus historias. Estuvo a cargo junto al rabino de la reinauguración de la gran sinagoga de Roma, un momento dramático, porque muchos judíos escondidos salieron tras meses de ocupación nazi". No es el único vínculo del historiador con el nazismo, pues un año antes de nacer, sus padres adoptaron a una adolescente superviviente de Auschwitz.
Hijos de nazis católicos aseguraron al autor que sus padres no habrían desempeñado un papel tan activo en el nazismo si el Papa se hubiera manifestado en contra de Hitler
"Mussolini tenía problemas para convencer a los italianos para que entraran en guerra. El 99% de Italia era católica, era un país que había luchado contra los alemanes en la Primera Guerra Mundial y donde no existía un particular entusiasmo por las ideas de supremacía aria. Si el Papa y la Iglesia desde los púlpitos se hubieran manifestado en contra de que Italia entrara en guerra quizá lo habrían evitado", especula Kertzer, que habló con dos católicos alemanes cuyos padres, además de nazis, habían sido líderes importantes de la comunidad religiosa. "Decían que sus padres nunca habrían desempeñado un papel tan activo en el nazismo si el Papa se hubiera manifestado en contra de Hitler", destaca, recordando también que "el 40% de la población alemana era católica". "Me centro en quién hizo posible el Holocausto: la Iglesia, y también otras religiones, habían demonizado durante siglos a los judíos como enemigos de una sociedad cristiana sana. Que el Papa no hablara en contra del Holocausto, que no dijera claramente que los judíos no eran enemigos o que no estaba bien que un cristiano matara a un judío contribuyó al exterminio", concluye.
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