Literatura
La escritora y periodista Verónica Abdala: «La vida para Borges fue una excusa para leer y escribir»
En ‘Borges. Una vida ilustrada’, la periodista y escritora Verónica Abdala y el dibujante Miguel Rep componen un relato biográfico en formato de novela gráfica del célebre escritor argentino, que visitó Mallorca tres veces, la última en 1980, cuando recibió el Premio Cervantes
Juan Ignacio Orúe
«La catedral es un avión de piedra / que puja por romper las mil amarras / que la encarcelan / la catedral sonora como un aplauso / o como un beso». Así, de esta manera, el célebre escritor argentino Jorge Luis Borges describió la Seu en el poema Catedral, publicado en la revista Baleares al comienzo de la década de 1920. Era su segunda visita a Mallorca, que se extendió por casi un año cuando se involucró en círculos juveniles de Palma, donde compartió tertulias con colegas mallorquines como Joan Alomar, Jacobo Sureda, Miguel Ángel Colomar y Fortunio Bonanova, entre otros, un grupo de vanguardia que incursionó en el Ultraísmo, una propuesta estética renovadora que pretendía soslayar aquella literatura poblada de tópicos y convenciones y producir novedad, desparpajo, sacudirse la tradición.
Sobre este momento y muchos más de la vida del cuentista y poeta se detiene y profundiza el libro Borges. Una vida ilustrada, de la escritora y periodista Verónica Abdala y el ilustrador y humorista gráfico Miguel Rep, que la editorial La Marca Editora distribuye en España.
Los autores componen un relato biográfico y cronológico del escritor, que nació en Buenos Aires el 24 de agosto de 1899. El libro, con formato de novela gráfica, se propone ser una guía de entrada que aporta claves de lectura para zambullirse en su obra, tan influyente en la lengua española y en la literatura universal del siglo XX. También añaden citas textuales del propio Borges –«No creo que las ideas sean importantes. Un escritor debería ser juzgado por el placer que da. Y por las emociones que provoca»–, fragmentos de sus narraciones y conferencias y la visión de Harold Bloom, crítico literario estadounidense.
«Nuestra idea fue combinar todo en una misma fórmula. Nos pareció un desafío, pensamos que podía ser muy atractivo para los lectores», dice Abdala. «El libro es para un público adulto que puede ser conocedor o no de la obra de Borges, puede ser para un estudiante o adolescente que nunca lo haya leído, pero al que le tiente. También un académico o especialista va a encontrar datos inéditos de la vida de Borges porque el libro implicó un arduo trabajo de investigación», destaca la autora.
Tanto Abdala como Rep, ambos nacidos en Buenos Aires, cuentan que no conocieron al escritor de Ficciones, El Aleph e Historia universal de la infamia, entre otras obras. «Qué bajón», suelta él en una frase tan típica de argentinos. «Lo que más valoro es la belleza de sus cuentos, su capacidad de lector único, sus ensayos. Y creo que es un gran humorista argentino», añade.
Borges en Mallorca
Más allá de su cercanía a los círculos ultraístas, el paso de Borges por España fue crucial para su sensibilidad literaria apenas termina la Primera Guerra Mundial, cuando conoce Mallorca junto a su familia, además de Madrid, Barcelona, Granada y Sevilla.
Hasta entonces había leído la obra de Cervantes y comienza a leer a Quevedo, Góngora y Unamuno. Publica su primer poema, Himno al mar, en la revista Grecia, de Sevilla. El viaje también incluyó el sur de Francia tras vivir parte de su adolescencia en Ginebra (Suiza), una ciudad decisiva en su vida. Allí se educó en el colegio Jean Calvin y murió el 14 de junio de 1986.
Así, página a página, viñeta tras viñeta, el texto de Abdala y Rep aborda la vida literaria, sentimental y pública de Borges, el curioso vínculo con su madre y la amistad con el escritor Adolfo Bioy Casares, con quien publicó en colaboración y creó a H. Bustos Domecq, una especie de tercer escritor.
También destaca su humor peculiar, su profunda ironía, su labor en el periodismo cultural, la ceguera que marcó su vida, su rol de bibliotecario y de profesor universitario, que influyó en miles de estudiantes. Borges. Una vida ilustrada, lejos de ser un panegírico, no elude las controversias y polémicas que suscitó su figura, sus intervenciones en la cultura argentina, más que nada en el plano político.
En su estancia posterior en Balears, el autor de Fervor de Buenos Aires se alojó en el hotel Continental, recorrió Valldemossa gracias a una invitación de su amigo Jacobo Sureda y frecuentó las tertulias del Café dels Artistes. En aquella oportunidad no solo escribió el poema a la Seu, también redactó Casa Elena, un texto sobre el prostíbulo de Elena Palacios, uno de los más reputados del Mediterráneo en la época, ubicado al costado del Teatre Principal de Palma.
«Es muy fácil dibujar al Borges icónico, no tanto al más joven. En la vejez se transformó en caricatura. La idea mía es ‘humorizarlo’, que es mi manera de humanizarlo. Comprensión y crítica», explica el dibujante.
La última vez que el escritor argentino visitó Mallorca fue en 1980. En ese viaje a España recibió el Premio Cervantes y volvió a Valldemossa acompañado de María Kodama, su última pareja. Allí se encontró con el autor británico Robert Graves y pasó por la celda de Frédéric Chopin en la Cartuja antes de despedirse para siempre de la isla.
«La vida para Borges fue una excusa para leer y escribir. Representa o encarna la figura del lector universal–considera Abdala–. Pienso que todos los que amamos la lectura somos ambiciosos en el fondo porque no nos conformamos con una sola vida, queremos vivir todas las vidas, experimentar el infinito. La lectura es la herramienta, es el dispositivo que nos permite ser todos aquellos que nunca fuimos ni podremos ser. La pretensión literaria de Borges es abarcarlo todo. La simplicidad, la erudición, la poesía, lo lúdico. Hay algo infantil en su pretensión de jugar con las palabras, imágenes y tramas, todos los amantes de la lectura podemos identificarnos con él. Su obra es un logro inédito».
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