Can Vivot expone por primera vez en Palma las figuras del ‘misterioso’ Mestre de les Verges Rosses

La muestra, con piezas del fondo del palacio y colecciones particulares, se puede visitar desde el próximo día 16 hasta el 1 de febrero.

Interior de Can Vivot, donde se muestran las figuras de cerámica.

Interior de Can Vivot, donde se muestran las figuras de cerámica.

Palma

Las figuras de cerámica del ‘misterioso’ Mestre de les Verges Rosses se exponen en Can Vivot por primera vez en Palma. La muestra, con piezas del fondo del palacio y colecciones particulares, se puede visitar desde el próximo día 16 hasta el 1 de febrero.

Figuras de pequeño tamaño con cabeza prominente, el pelo dorado, nariz rectilínea, ojos rasgados y mentón afinado, obra del Mestre de les Verges Rosses, integran la exposición temporal monográfica que se inaugura en Can Vivot bajo el título El enigma de un taller de cerámica mallorquín del siglo XVIII, ha informado la asociación organizadora.

Cartel de la exposición.

Cartel de la exposición. / Asociación Can Vivot

La exposición estará abierta al público los lunes, miércoles y viernes del 16 de diciembre al 1 de febrero entre las 17 y las 19 horas. Comisariada por los historiadores Elvira González y Pedro de Montaner, se completa con la edición de un catálogo con el que la Asociación Can Vivot inaugura una colección de publicaciones denominada Vivotesca. Ambos dan continuidad al proyecto cultural de Can Vivot de abrirse a la ciudadanía.

Esta será la primera gran “cata de la producción de este taller manacorí que se hace en Palma con piezas inéditas”, apuntan los citados expertos. “Una producción mallorquina desconocida por el gran publico que destaca por la calidad a la que se puede llegar desde la artesanía; el autor era un virtuoso de la figuración cerámica”, remarcan desde Can Vivot.

Sobre el trabajo de este misterioso ceramista, cuyo nombre y lugar de origen aún se desconoce, coinciden: “En cuanto a las técnicas y estética utilizadas no es lo que habitualmente se hacía entonces en Mallorca” y le reconocen “influencias italianas, concretamente de la belenística napolitana”.

La visita a la muestra del palau palmesano incluye una donación de tres euros destinados a sufragar, tanto los gastos de la exposición, como el catálogo, ya que la Asociación Can Vivot carece de subvenciones.

¿Por qué utilizar las palabras enigma y misterio en relación a este cualificado ceramista? “Por la escasez de datos hallados sobre su persona”. Fue otro estudioso de la historia del arte de Mallorca, el fallecido académico Gabriel Llompart, quien “lo sacó a la palestra”, puso apodo al mestre y señaló que la producción de estas figuras podría ser de un taller de Manacor. Según escribe Elvira González en el catálogo, investigaciones actuales revelaron una importante aportación respecto a esas figuras, con rasgos bien definidos, en los inventarios post mortem del siglo XVIII, de casas señoriales de Palma, en los que aparece el apunte de “obra de terra de Manacor”.

También se sabe que la producción de este taller, en el que trabajarían dos generaciones entre 1750 y 1815, fue “muy fecunda” en figuras de devoción y para belenes, además de jarros con imágenes como la de Ramon Llull incluida en la muestra y que no tenían utilidad doméstica, sino “también devocional”, comenta De Montaner. 

Toda esta imaginería se realizaba con moldes, aunque algunos acabados se remataban a mano. Los complementos añadidos como mantos, cintos, pellizas, delantales, sombreros, velos se moldeaban aparte y se añadían al cuerpo como si lo vistieran. Una vez cocidas, las figuras se pintaban y se les añadía el oro fino que caracteriza sus cabellos o detalles de la vestimenta. Finalmente, se añadía un barniz en frío y a pincel que al oxidarse se volvía amarillo.

Los comisarios explican que, tanto la indumentaria, como las posturas de estas figuras responden a una autoría “culta” refrendada por grabados de la época que también se integran en la exposición. 

Conventos y particulares eran quienes adquirían esta producción a la que se daba valor, como sugieren las vitrinas o peanas en las que se exhibía. González y De Montaner insisten en la “mallorquinidad” y mérito artístico de una manufactura que, “en general, aquí ha pasado desapercibida”, pero que interesa a coleccionistas y especialistas. De hecho, recuerdan que, hace unos meses, el Museu d’Història de Manacor expuso la donación de 50 de estas figuras procedentes de la colección Domènech-Vázquez. “Ambas exposiciones se complementan”, reflexionan.

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