En contra

La mallorquina Maika Makovski presenta el disco 'Bunker Rococo': «Sigo mis propias reglas, no las de la industria»

Se encuentra en la posición ideal de saber dónde está, aunque no sea donde otros quieren que esté

Maika Makovski

Maika Makovski / Pere Joan Oliver

Matías Vallés

Matías Vallés

Palma

Maika Makovski (Palma, 1983) es la inclasificable cantautora mallorquina que acaba de grabar, editar y presentar sobre el escenario su nuevo disco Bunker Rococo. Se encuentra en la posición ideal de saber dónde está, aunque no sea donde otros quieren que esté.

Para que se haga cargo del tipo de entrevista: «¿Ha llegado?»

Jajaja. Perdona que la respuesta también sea simple, un gran «por fin».

Siempre he pensado que usted no quería llegar del todo.

No tengo demasiada conciencia de lo que significa llegar del todo, pero tengo mis propias reglas y no coinciden siempre con las de la industria. Estoy muy bien donde estoy, incluso he ganado dinero.

Just a boy no es una canción, es una novela.

Podría ser la sinopsis de una novela. Escribí la mitad de esa canción, me bloqueé y conseguí acabarla dos años después.

¿Se puede recuperar una canción inacabada dos años después?

Normalmente no lo hago porque he pasado a otro proyecto pero, si vuelve a mi mente. Es porque queda algo por resolver. Necesitaba darle un final.

¿Bunker Rococo debió ser Rockoco?

Lo he pensado como un divertimento mental, porque hay una actitud rockera en todo lo que hago, incluso con un cuarteto de cuerda. La instrumentación clásica que utilizo cuadraba más con Rococo.

No siempre estoy seguro de que cante para nosotros.

Ajá, creo que tienes razón. Por supuesto que en el escenario me dejo la piel y no canto precisamente para mí. Cuando lo hago en el estudio, solo sigo mi instinto y mi criterio, aunque me satisface que pueda agradar a más gente.

¿En qué momento empuña una guitarra como una walkiria?

Cuando subo al escenario, ocurre sin más. Es un símbolo de respeto al público, me tomo muy en serio la inversión de tiempo y de dinero de la gente que viene a verme. Allí no soy lánguida, despliego vigor, energía, vitalidad.

¿Hubo crisis de los cuarenta?

No, aunque es curioso ver a una mujer en la industria discográfica pasados los cuarenta. En cuanto a la edad en sí, no volvería atrás. Mi carrera es inquieta, intento crecer, no me conformo con lo que he aprendido y he dado.

¿Es famosa?

No, y sabes cómo lo sé, porque me encuentro en una posición muy dulce. Cuando voy a comprar el pan no me identifica nadie, pero me reconoce la gente que viene a verme a un concierto.

Llaman minor celebrities a las personas a las que conocemos cuando nos explican quiénes son.

Me ocurrió cuando vivía en Barcelona. Dejé la olla al fuego mientras componía en otra habitación. Se formó una humareda, los vecinos llamaron a los bomberos, que forzaron la puerta. Me sentí mortificada y, al redactar el parte y darle mi nombre, el bombero supo quién era.

¿Por culpa de una cantante hemos perdido una actriz?

Uyyy, pues quién sabe qué ocurrirá en el metaverso. Prefiero utilizar mis propias palabras a las ajenas, expresar más que interpretar.

O no le gusta que la dirijan.

Como persona creativa, no puedo tolerar la autoridad. Siempre ha sido así, acato muy mal las órdenes aunque rehúyo el enfrentamiento y encuentro maneras de escurrirme.

Ya sabe que de belleza no podemos hablar.

Se puede hablar de belleza, pero no solo de belleza, por favor, eso es muy cansino.

Hablemos de la leyenda del buzón en su perfil de WhatsApp: «Non pubblicità, solo lettere d’amore».

Me gustó el romanticismo del buzón, y quería sugerir que prefiero recibir mensajes cariñosos, y no estas cosas tan nerviosas que se envían en la actualidad.

¿La música ha alcanzado la paridad?

Sigue habiendo gente muy dura de mollera, cuántas mujeres con una guitarra necesitan para enterarse de que no son una anécdota. Hay que normalizar algo que es normal, pero personalmente no soy excluyente. El feminismo es la palabra de moda para vender entradas, pero hay que hablar menos y hacer más. No estoy de acuerdo con los festivales solo de mujeres.

Los lectores se pierden su voz.

La voz marca a veces toda la diferencia. Hay cosas que se dicen riendo y, si tú no colocas un paréntesis con (risas), parece que me estoy tomando demasiado o demasiado poco en serio. Se pierden los matices, así que me da pena que los lectores no escuchen mi bonita voz, aquí pon un paréntesis con (risas).

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