CRÍTICA

Àngeles sin demonios

Pere Estelrich i Massutí

Pere Estelrich i Massutí

Orquestra Simfònica de Balears

Obras de Berg y Schubert

Director: Pablo Mielgo

Sergei Dogadin, violín

Auditorium de Palma

31 de octubre

En su Concierto para violín, A la memoria de un àngel, Alban Berg, seguidor de la Escuela de Viena que comandó Arnold Schönberg, homenajea a la hija de Walter y Alma Gropius, fallecida cuando tenía 18 años. Un ángel que planea por toda la obra, que, siendo dodecafónica, se deja escuchar bien por todo aficionado, incluso aquél que no bebe o no está acostumbrado a la atonalidad, pues la partitura no «chirría» (es un decir) en ningún momento, más bien al contrario, pues sin tener melodías que permitan seguir la obra, sí consigue atraernos de principio a fin, un fin que no és otro que el que Berg tomó prestado del último movimiento de la Cantata BWV 60 de Bach. Y es que con Bach todo es posible.

Sergei Dogadin realizó una lectura intimista, sensible, espiritual incluso, de esa obra del siglo XX. Con un sonido aterciopelado, consiguió seducir al público que aplaudió la versión obligando a un plus en forma de zapateado para violín solo y tacón, titulado Fantasía Flamenca de Aleksey Igudesman. Dogadin ya se mostró tan elegante y genial en su pasada visita a la isla hace año y medio.

Ya en la segunda parte, una vibrante exhibición de buen sonido a través de La Grande de Schubert, nombre con el que se conoce a su Sinfonía número 9 en Do mayor. Obra realmente grande, en duración y en recursos sonoros, pues se pasa de una explosión acompasada de la repetición de la Introducción al final del primer movimiento al lirismo del segundo, pero también al enlazar el ritmo apabullante del Scherzo al Trio central que inspiró al mismísimo Schuman a la hora de construir un lied. Y si con su final, Berg recuerda a Bach, Schubert hace lo propio con Beethoven, recordando, de forma muy sutil, la melodía del Himno a la alegría.

Pablo Mielgo acertó en los tiempos, en las velocidades, imprimiendo una energía enorme en cada uno de los momentos rápidos de la obra y destacando la emoción de las cuerdas en el Andante, unas cuerdas que sonaron como últimamente nos tienen acostumbrados: de forma excelente.

Gran velada para la Noche de las almas (que no de Halloween); almas todas celestiales y (esperemos) ninguna infernal.

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