Segunda jornada
Mushkaa y Julieta, una fenomenal pareja de hecho en el Festival ·B
Cruz Cafuné, Metrika y Diego 900 fueron algunos de los artistas que completaron el cartel de la noche
Ignasi Fortuny
El Festival ·B, con un acierto nada azaroso, pues su experiencia en encontrar víveres de primera en la trastienda es conocido, presumió anoche del valioso tesoro generacional que representan Julieta (23 años) y Mushkaa (20), tan distintas, tan complementarias y tan fenomenales, ambas en el cartel de su segunda jornada celebrada en el Fòrum. Preciada pareja de hecho (ahí están sus criaturas conocidas en común, como 'Vaya liada' o 'No m'estima +', que repitieron juntas en sus respectivos conciertos entre aullidos del público) con futuro por conquistar.
Este sábado fue dama del atardecer Julieta, con sus baladas e himnos pop con lentejuelas, introducciones ‘dance’, generoso cuerpo de bailarines y estratégicos ventiladores para mover su larga melena rubia a ritmo de sus contorneos varios -algunos valieron exclamaciones espontáneas, como la repetida “¡diva!”-. Puesta en escena dinámica para un rodado ‘show’ de ritmo pegadizo que nace desde una batería presente en el escenario que sirve tanto para contar el amor “bonito pero corto” de ‘Haiku’ como para presumir en ‘T'enxules’ que “de tota Catalunya m’has tocat a mi”.
Y tendiéndole la mano desde el cielo -Julieta luce en la parte final de su espectáculo unas alas angelicales-, Mushkaa recogió la batuta de la noche, aceptando el papel de duende travieso -parecía que lo anunciase la camiseta El Niño, con ese logo que deja ver a un pillo con la que salió por primera vez al escenario-, conductora de la oscuridad a partir de esa mezcla tan suya que va de la profundidad de bellas canciones llenas de introspección como 'El disfraz' o ‘Entre el fum’ o piezas juguetonas, incontables en una puesta en escena festiva como la de anoche: de la fraternal ‘SexeSexy’ a la alborotada ‘Tas Loko’. Hubo también multitudinaria interpretación de 'Rifle talibán remix'. "Que si me pego a tu 'shorty' dejará de ser hetero, no, oh'", advierte ahí.
Más allá de estos nombres, y otros con los que siguió la noche (destacable la convocatoria de Cruz Cafuné), como siempre el ·B presentó también figuras emergentes que reclaman su espacio de maneras muy distintas: desde la exuberancia Metrika -“esto no es un concierto, es un ritual”- y desde un tono reposado Diego 900 -quien no necesitó proclama ni sermón para que aquello se convirtiera en un destacadísimo rito-. Y también ofreció pinceladas internacionales con sentido como la de vatocholo, que, a golpe de cuerda, sirvió para saborear el momento picantón del regional mexicano. Lució la fuerza de los corridos y del folkore de allí y de aquí, como el que se mezcla en ‘Ni soy santo’, tema que comparte con el granadino Dellafuente. “Viva el folkore… y la magia de la calle”, lanzó.
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