Abusos impunes
¿Por qué hasta ahora no ha habido un #MeToo en el mundo de la música? Las claves del caso Sean Combs
Que grandes artistas no hayan denunciado es una prueba de que los cantantes tienen muy poco poder de decisión sobre su carrera, mucho menos que un actor. Justin Bieber hizo un amago de denuncia de los abusos de forma muy sutil y poco explícita. Lady Gaga fue acosada y agredida –incluso fue embarazada por su violador–, y solo pudo exponer su caso pasados 15 años. Pero algo se ha roto con el caso de Sean Combs
Abel Cobos
No son pocos los artistas, músicos y productores que han recibido acusaciones de delitos sexuales. Por ejemplo, el productor Dr. Luke, el ejecutivo Russell Simmons o los artistas R. Kelly, Marilyn Manson, Axl Rose (de Guns N’ Roses) y Win Butler (de Arcade Fire), y la lista sigue. Otra cifra que demuestra que el abuso sexual está enquistado en el mundo de la música es una encuesta de 2018 que determinó que un 67% de las mujeres del sector había sido víctima. Aun así, como lamentan varias activistas, la opinión pública siempre ha tratado cada uno de estos escándalos sexuales como casos sueltos y aislados, y no como una práctica generalizada en la industria musical.
La detención de Sean ‘Diddy’ Combs tras una decena de demandas de acoso sexual ha sacudido el mundo del espectáculo, y ha hecho que muchos se pregunten: ¿es hora de que esta industria, que se resistía a aceptar el abuso como algo sistémico, deje de ocultar a los agresores y silenciar a las víctimas? ¿Ha llegado el #MeToo a la industria de la música?
El periodista del 'New York Times' Ben Sisario aseguraba esta semana en un artículo que el arresto de Diddy “ha esperanzado a activistas y supervivientes de violencia sexual de que su caso finalmente pueda generar un cambio duradero”. No en vano, la industria musical ha sido vista durante mucho tiempo “como un lugar inhóspito para las mujeres” que “ha evitado en gran medida el escrutinio y la caza de brujas que sacudió a Hollywood, la política y los grandes medios de comunicación en el apogeo del movimiento #MeToo”.
No hay una sola explicación que justifique la aparente inmunidad de la que habían disfrutado tantos músicos, productores y artistas. Para Eva Sebastián, crítica musical catalana, uno de los motivos es que “no ha podido haber un #MeToo porque la industria no son solo cantantes” sino “grupos enteros”, estructuras “muy rígidas y opacas” que no quieren renunciar a piezas del engranaje que hacen que todo funcione y que, sobre todo, “la música sea tan lucrativa”.
Otra explicación en la que coinciden Sebastián y Sisario es que en las acusaciones contra Weinstein o Roger Ailes (de la cadena Fox) venían de caras visibles y muy reconocibles, tanto actrices (de Mira Sorvino a Alyssa Milano) o presentadoras de televisión (Gretchen Carlson o Julie Roginski de Fox News, entre otras). Mientras que, hasta la denuncia de Cassie (Cassie Ventura, artista y ex pareja de Combs) contra Diddy, en el mundo de la música, la amplia mayoría de acusaciones venían de artistas con menos recorrido y exposición mediática, así que el caso quedaba relegado a la sección de sucesos y desaparecía pronto de la esfera pública.
Para Sebastián, el hecho de que grandes artistas no hayan denunciado es una prueba de que los cantantes tienen muy poco poder de decisión sobre su carrera, mucho menos que un actor. Por ejemplo, Justin Bieber hizo un amago de denuncia de los abusos en la industria a través de la canción y el vídeo ‘Yummy’. Fue de forma muy sutil y poco explícita, lo que refleja que, aunque quiera, no puede posicionarse del todo: “Justin Bieber no es solo Justin Bieber, son más de 80 personas”, concluye. Por eso Sidario se muestra prudente en vaticinar cambios, ya que la industria es una gran mole inamovible.
Hay otros artistas grandes que han querido denunciar, pero su equipo se lo ha vetado. Lady Gaga fue coaccionada, acosada y agredida –incluso fue embarazada por su violador–, y solo pudo exponer su caso pasados 15 años y, además, sin poder nombrar públicamente al agresor. De hecho, como apuntaba la periodista Kylie Cheung en la red social X, las menciones de la artista a las agresiones tienden a hacer hincapié en el apoyo a las víctimas, más que en empoderar para que se denuncie. Una estrategia “afable” auspiciada por su equipo, ya que posiciona a Gaga dentro del marco del #MeToo, pero sin asumir el riesgo de ser vetada.
Durante las últimas semanas, decenas de cantantes han sido entrevistadas en los medios estadounidenses denunciando que su carrera se fue a pique tras hacer públicas agresiones. La productora Drew Dixon aseguró que “las acusadas reciben mucha presión por parte de una industria que protege a sus estrellas a toda costa”. Una experiencia que suscribe la cantante Kesha, cuya carrera y reputación ha sido prácticamente destruida tras el litigio contra el productor Dr. Luke -a quien acusó de drogarla y violarla-.
Para Sebastián, el caso de Dr. Luke muestra que la industria solo se rige por lo comercial y no por valores morales. Katy Perry colaboró con el productor para crear sus mayores hits, como ‘I Kissed A Girl’ o ‘California Gurls’. Sin embargo, durante el proceso judicial contra Kesha, dejó de trabajar con él “para que el escándalo no salpicase sus álbumes”, cuenta la periodista Madison Bloom. Una vez el proceso judicial acabó con un acuerdo entre ambas partes, Perry, animada por su discográfica, “descanceló” a Dr. Luke y lo incluyó como productor principal de su último trabajo, ‘143’, publicado hace unas semanas, el pasado 20 de septiembre, detalla Bloom.
Ahora, mientras el proceso contra Diddy continúa, activistas y supervivientes desean que no se limite a ver su caso como algo aislado, sino que se entienda como estructural en la industria. Por otra parte, artistas como 50 Cent, que está produciendo una docuserie para Netflix sobre Diddy, creen que es importante separar el mundo del hip-hop y su cultura de la violencia sexual. Coincide Alexandria Stapleton, que será la directora, que teme que se relacionen los abusos con los cantantes y géneros negros -Diddy o R. Kelly-, ya que es algo mucho más extendido y complejo que debe estudiarse sin estereotipos ni sesgos raciales.
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