Maria Escalas: «Matilde Escalas no pudo evitar estar siempre a la sombra del hombre»

La escritora y música mallorquina presenta 'Matilde E.', la novela con la que ganó el Premi Llorenç Villalonga Ciutat de Palma. Con ella recupera la figura de una compositora que acabó siendo silenciada pese a haber sido una mujer que rompió esquemas y que se codeó con otros artistas e intelectuales de finales del siglo XIX.

El libro sale a la venta el próximo 5 de septiembre (La Campana) y se presentará en Can Oleo el 5 de octubre.

Su autora participará en la Setmana del Llibre en Català de Palma

Maria Escalas novela la vida de Matilde Escalas, una mujer que rompió esquemas

Zafirus

Montse Terrasa

Montse Terrasa

La mallorquina Matilde Escalas fue compositora, colaboradora de Isaac Albéniz y Enrique Granados, amiga de Erik Satie, se codeó con otros artistas e intelectuales a finales del siglo XIX en Montmartre y mantuvo una relación con el pintor Santiago Rusiñol. Pero abandonó esa vida bohemia y volvió a la casa familiar en Santanyí, donde se recluyó. En Matilde E, Maria Escalas se pregunta por qué desapareció de la historia.

Ganó el Premi Llorenç Villalonga Ciutat de Palma con esta novela bajo el título ‘A la seva ombra’. ¿Lo ha cambiado por el nombre de Matilde Escalas para que deje de estar silenciada?

Esta fue una de las apuestas. Me presenté al Ciutat de Palma con un título provisional, pero después pensé que era un título que decía demasiadas cosas, por un lado, y por otro, quiero que este nombre esté en boca de todos, porque es una mujer que se lo merecía.

¿Quién fue Matilde Escalas?

Matilde Escalas era una mujer de una familia muy culta y con posibles, que la pudo enviar a Barcelona a estudiar con el mejor profesor de música, que era Felip Pedrell. Su familia le abrió una ventana y ella abrió la puerta de par en par, el mundo se le hacía pequeño. Y salió al enorme mundo. Lo que me fascina de ella es que, después de conocer ese enorme mundo, se recluyó en Santanyí. No lo entiendo.

¿Por qué cayó en el olvido?

Esa es la pregunta que yo me he hecho. Todos los escritores comenzamos la novela con una pregunta y la mía es cómo es que una mujer que estuvo en el centro de la cultura, que estuvo en Montmartre, que conoció a todo el que era alguien en el mundo cultural de Barcelona, del Modernismo y de París, amiga de grandes compositores y a los que influyó, que fue modelo de cuadros que hoy día están expuestos en los grandes museos... ¿cómo es posible que esta mujer desapareciera? Creo que no he respondido a esto, porque tampoco sé si alguna vez sabremos lo que pasó, pero doy a los lectores las herramientas para llegar a su propia conclusión.

Choca ese retiro porque cuenta que había sido una mujer que pasó por encima de normas sociales.

Sí, pero no pudo evitar estar siempre a la sombra del hombre, ya sea porque la conocemos como amante de Rusiñol, o porque la noticia de su muerte era que Fèlix Escalas había tenido que volver a Mallorca por el fallecimiento de su hermana... ¿Cómo es posible que siempre estuviera a la sombra?

Maria Escalas posa con su novela, ilustrada con un cuadro de Rusiñol en el que aparece una joven que podría ser Matilde Escalas.

Maria Escalas posa con su novela, ilustrada con un cuadro de Rusiñol en el que aparece una joven que podría ser Matilde Escalas. / Zafirus

¿Cómo le llegó esta historia?

Me llegaron inputs diferentes de diferentes personas en diferentes momentos. Y le iba dando vueltas mientras hacía otras cosas. Por un lado, mi abuelo recordaba haber escuchado tocar el piano a Matilde Escalas... O la historia típica de una señora que se casa y se gira, dice «au, ya está» y se escapa... Y después conocí a Teresa Escalas, que me habló de su tía abuela y fue la primera que me habló de Rusiñol, de Montmartre... Y conocí también a Romà Escalas, primo de Teresa, que fue más romántico y que me contó una huida por Palma en un sidecar. Y hubo un momento en que vi que aquí había una novela. Pero me resistía a escribirla porque es una historia tan potente que no entendía cómo no la había escrito nadie antes.

En la novela hay otra historia paralela en la que también una joven está a la sombra de un hombre...

Normalmente en estas relaciones clandestinas, quien primero dice «te quiero» es quien primero lo deja de decir... No sé, es una teoría que tengo, pero creo que no voy desencaminada. Pero en esta relación paralela, esta chica es capaz de romper lo que Matilde no supo romper. Dudé mucho si incluir esta historia paralela, de hecho estuve a punto de escribir toda la novela sobre Matilde, pero el problema que me encontré al comenzar a investigar sobre Matilde es que las cosas chulísimas, como lo del sidecar, se perdían... Y pensé que cuando escribes no es tan importante tener una buena historia sino saberla explicar bien y eso es muy importante.

¿Cómo investigó sobre Matilde Escalas?

Tengo que agradecer mucho a sus sobrinos nietos, Teresa y Romà, que me hablaron mucho de cómo lo vivieron en la familia y que me han facilitado el acceso a documentos. De Matilde no tenemos mucha información, pero sí de todos los que estuvieron a su alrededor: Ramon Casas, Rusiñol, Pedrell, Enrique Granados, Erik Satie, Toulouse-Lautrec... Investigué mucho sobre todos ellos. Y para escribir tienes que tener mucha empatía, ser muy capaz de pensar cómo se sentiría esa persona si estuviera en esa situación... Y poco a poco me iba cuadrando todo y a veces, las cosas que no cuadraban, investigaba más y después cuadraban... Fui investigando el entorno de Matilde y poniéndola a ella en medio. Una de las apuestas del libro ha sido no hacer hablar a Matilde en ningún momento, ni Rusiñol.

¿Por qué?

Porque ella no hubiera dicho mentiras y yo no sé cuál es la verdad, por tanto ni ella ni él hablan. Siempre me pregunto ¿también la quiso mucho Rusiñol o no?

Si supiéramos su versión, quizás tendríamos una imagen diferente de él en esta historia...

Claro. Me molesta mucho que en las biografías de los hombres las mujeres sean absolutamente secundarias y en las biografías de las mujeres ellos sean troncales. Hubo un momento en que me tuve que frenar, porque Rusiñol debió de ser supermagnético y se comía la novela. Y dije: «Tío, no estamos hablando de ti ahora, no te quiero a ti, la quiero a ella».

Usted es defensora de la lengua catalana. ¿Qué le parece que el Ciutat de Palma o los premios literarios del Consell recuperen el castellano?

Pienso que nuestros impuestos tienen que servir para proteger nuestra cultura y que, aquí, la cultura que necesita protección es la lengua catalana. Quien diga que el castellano está en peligro, que necesita protegerse ante las agresiones, es que realmente no debe de vivir en el mismo mundo que yo. Me duele que el dinero de aquí sirva para proteger culturas que no necesitan ser protegidas y que, precisamente, han pasado como una apisonadora ante nosotros.

Este verano denunció por redes sociales una agresión lingüística en un forn de sa Ràpita. ¿Cómo ha acabado este asunto?

Tuve que desconectarme de las redes durante un tiempo por los mensajes de odio. Yo no pedía que me hablasen en catalán, pedía poder hablarlo. Si tú hablas en castellano, es tu opción, yo la respeto, pero, por favor, respeta la mía, que es hablar en mi lengua.

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