Óscar Caravaca, director del Festival Internacional de Piano Torre de Canyamel: «Lo hacemos para un público selecto que aprecia nuestro trabajo»

El artista mallorquín gestiona la décima edición de la muestra celebrada en Capdepera

Este año cuenta con cuatro músicos internacionales: Callum Mclachlan, Dmitrii Kalashnikov, Deva Mira Sperandio y Berniya Hamie

El mallorquín Óscar Caravaca, director del Festival de Piano Torre de Canyamel.

El mallorquín Óscar Caravaca, director del Festival de Piano Torre de Canyamel.

¿Cómo cree que ha evolucionado el festival desde sus inicios?

Los primeros años empezamos probando con promesas del piano que estaban destacando en el exterior, pero nos costaba llegar a ese punto de profesionalidad y de renombre en el cual estamos ahora. El festival ha ido in crescendo, sobre todo en esta edición, en la que tenemos cuatro figuras internacionales de gran prestigio.

¿Qué criterios utiliza para seleccionar a los artistas que participan en el festival?

Trabajo junto con una profesora del Royal College of Music de Londres y, además, tenemos colaboraciones con instituciones, agencias y concursos de piano internacionales, que nos ofrecen una cartera de artistas. Así que entre enero y marzo nos reunimos e intentamos que haya un equilibrio en los programas de los compositores. Es ahí donde tomamos una decisión de entre unos 20 artistas. De estos, seleccionamos cuatro que creemos que pueden ser interesantes.

¿Qué destacaría brevemente de cada uno de ellos?

Son muy distintos. El primer recital será de Callum Mclachlan [31 de agosto], que es un pianista británico de mucha técnica, con un color de sonido muy especial. Luego tenemos al pianista ruso Dmitrii Kalashnikov [1 de septiembre], que es un gran virtuoso. Tiene mucho ímpetu y ofrecerá un concierto lleno de energía. El día 2 actuará Deva Mira Sperandio, que es la única española del cartel. Es de las más jóvenes que han pasado por el festival y creo que es un perfil que va a sobrepasar los límites. Finalmente, tenemos a Berniya Hamie [4 de septiembre], del Royal College of Music, que trae un repertorio con obras de Maurice Ravel.

¿Cómo se decide la programación del festival? 

Tenemos que escuchar mucho al público, porque es el que nos guía para que tenga éxito. En la isla, la música de Chopin es un reclamo que no podemos obviar. Así que este año tenemos un concierto íntegro de piezas del compositor polaco. Intentamos ver cómo han ido otros años y, a partir de ahí, marcamos un poco la hoja de ruta con lo que vemos que el público va reaccionando.

¿Cuáles han sido los principales desafíos que ha enfrentado? 

El mayor desafío fue la covid, que nos hizo pararlo todo. Después tuvimos que ver cómo podíamos enderezar la situación y volver al nivel. Al final, creo que hemos sobrepasado incluso ese nivel. Otro reto que nos hemos marcado es traer a grandes intérpretes y pienso que lo hemos logrado. Conseguimos llenar la Torre de Canyamel con Volodos, uno de los pianistas más importantes a nivel mundial. Esto fue justo antes de la pandemia y pensábamos que quizás sería difícil volver al nivel, pero con esta décima edición hemos establecido, sin duda, una nueva era en el festival a partir de ahora.

¿Cómo ha contribuido el festival a la escena cultural de Mallorca en estos diez años?

Creo que Mallorca está muy saturada de conciertos en verano. Por eso nuestro festival se hace para un público que aprecia mucho nuestro trabajo. No esperamos más de 110 personas. De hecho, las entradas están casi en su 90% vendidas. Buscamos ofrecer calidad en el festival. Sabemos que el impacto es para gente muy selecta que sabe adónde va, es decir, a un contexto histórico impresionante, como es la Torre de Canyamel, que tiene una gran acústica. Además, es la primera vez que nos hemos ido un poquito más hacia el final de agosto, por lo que es una de las novedades también. Vamos a ver cómo avanza y en el futuro igual tomaremos una decisión, porque pienso que la isla está muy saturada en los meses de verano.

¿Cómo está siendo su experiencia en China?

Muy positiva. Yo trabajaba en el Conservatori, pero mi esposa es de Hong Kong y para nosotros era habitual ir a China a dar clases y hacer proyectos. Cada año íbamos tres o cuatro veces y en una de las sesiones que teníamos en el Conservatorio de Shanghái salió una oportunidad de trabajo. Acepté la propuesta y justo pasó lo de la covid. Viéndolo en perspectiva, la experiencia está siendo muy buena, pero obviamente la pandemia nos hizo parar y no hubo el avance que uno esperaba al llegar. Actualmente trabajo en la universidad, desarrollo ciclos de conciertos y tengo estos proyectos en Mallorca, donde nací, y algunos en la península. Siempre intento tener contacto con España lo máximo posible.

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