CRÍTICA

Horror y estilo

Mia Goth en ‘MaXXXine’.

Mia Goth en ‘MaXXXine’.

Desirée de Fez

Desirée de Fez

S ucede algo curioso con Ti West. Pese a haber firmado películas muy personales, como La casa del diablo (2009) y Los huéspedes (2011), nunca se ha considerado a sí mismo un autor. Argumenta en sus entrevistas que lo que más le interesa es la parte técnica del cine, rodar y experimentar con las herramientas.

Tiene todo el sentido que haya dedicado los últimos años a la franquicia que forman X (2022), Pearl (2022) y MaXXXine (2024), un relato desordenado y (de momento) en tres entregas sobre la obsesión por el éxito (como alternativa a la vida que no merece) de su protagonista. Ti West rodó la primera como una película de terror de los 70. La segunda, como un melodrama en Technicolor de los 50. Y MaXXXine es pura década de los 80. En ella se reverencia a Brian De Palma pero también explotaciones como Vice Squad (1982) o Angel (1983).

Lo mejor es que la franquicia no exuda nostalgia. Las tres películas no son tratados de nostalgia, sino ejercicios de estilo. Y entendidas así son interesantísimas. Todas funcionan a nivel narrativo y tienen una carta infalible: su protagonista. Pero lo más atractivo es cómo están rodadas, la materialidad con la que Ti West reproduce estéticas del pasado. Su obsesión es formal, y eso libera sus películas de toda pátina de ñoñería y las hace irresistiblemente plásticas y vívidas. MaXXXine, efectiva en su cruce de relato sobre el éxito, psycho thriller y serie B de terror, es un festín de neones, luces rojas y sombra de ojos. Es puro placer estético. Ese es uno de sus puntos fuertes. El otro, como sucedía con las anteriores, es Goth. Es un regalo poder disfrutar en tres películas del enamoramiento (cinematográfico) de Ti West por la actriz. Hay algo fascinante en su necesidad y su manera de rodar a Mia Goth, de filmar su rostro y grabar su voz, como una actriz de tres décadas distintas.

Tracking Pixel Contents