El artista mallorquín Miquel Barceló publica su primer autorretrato, el libro 'De la vida mía'
El pintor y escultor narra sus recuerdos, anécdotas, pensamientos, charlas y pasiones «con palabras y dibujos»

Miquel Barceló, autor del libro 'De la vida mía' / E. Press

«Pintar, nadar, leer. Es lo que siempre he hecho. Pero también escribo. A veces. Lo menos posible, aunque siempre demasiado, como desgraciadamente ocurre aquí». O por suerte para los miles de admiradores del mallorquín Miquel Barceló, el artista de fama mundial que acaba de publicar De la vida mía, un autorretrato «con palabras y dibujos», como dice el prólogo. El libro, editado por Gallimard, narra en francés recuerdos de niñez, anécdotas, pensamientos, conversaciones y pasiones. Es la primera vez que deja por escrito sus reflexiones, como que «la pintura está ligada a la infancia. Probablemente sea cierto que las cosas importantes se aprenden antes de los diez años. Tengo la impresión muchas veces de que a esa edad ya había hecho casi todo en pintura».
Rememora la isla de aquella época, que ha experimentado «más cambios en veinte años que en dos siglos». Cuenta que pudo conocer el ocaso de «una vida agrícola antes de la debacle de la llegada del turismo y luego del euro y de la destrucción casi total de la cultura tradicional», como lamenta quien nació en Felanitx, que «de joven pretencioso solía llamar Felanietszche».
El título es parte de un verso de Góngora (‘Hermoso dueño de la vida mía’) que Barceló escribió sobre un sol con rostro, detalla la autora del texto preliminar, Colette Fellous. «Hace veinte años, al inicio de la colección Traits et portraits, le pedí que se autorretratara con palabras y dibujos. Un día, muchos años más tarde, me dijo que sí, que ahora podía, que era el momento oportuno, antes de que fuera demasiado pronto». Continúa explicando al lector que en este «viaje por la vida y la obra» del pintor y escultor hallará «colores y tierra, caras, peces, frutas, arena, animales, cuevas, libros, objetos y un rinoceronte», enumera.

Portada del libro ilustrado 'De la vida mía' / Gallimard
La infancia, el Mediterráneo, Malí
La combinación de apuntes y memorias ilustradas también describe «el mar, la infancia, el Mediterráneo, un cuerpo y su memoria, un niño y su barca, un pintor en sus distintos estudios. En Mallorca, en París, en Malí», en palabras de Fellous. Barceló lo relata en primera persona: «En Mallorca aprendí los nombres de los árboles, los peces y los pájaros. Aprendí a silbar, a tirar piedras, a pescar, a matar y destripar liebres y corderos, y a cocinarlos. Muchas veces pinto lo que mato o como. Pero no solo eso. En Malí, entre los dogones, creía que era el mundo de mi infancia. Sin mar pero con cuevas y acantilados. Lo que no había entendido a los diez años lo aprendí con ellos. Fue mi servicio militar, mi jubilación, mi bachillerato. Todo era intenso», concluye el primer texto.
El libro se estructura en notas que acompañan a las imágenes, la transcripción de sus cuadernos y relatos orales ahora también plasmados en papel, además de las ilustraciones del artista. Por ejemplo, la famosa fotografía de Ouka Leele que retrata a Miquel Barceló y la montaña de Farrutx al fondo tiene esta explicación: «En los viajes en barco de vuelta al puerto con mis hijos, Marcella y Joaquim, solíamos jugar a este juego, viendo mi cabeza de perfil en las montañas de enfrente. La más alta, Farrutx, sería la nariz, Xoroi la frente, nuestra casa allí, el ojo y la oreja allá, mi boca aquí. Como un gigante monstruoso. Mi estudio quedaría atrapado entre el fondo del ojo y la comisura de la boca. Aquí estoy, tumbado, mirando el cielo».

Fotografía de Barceló con la montaña de Farrutx al fondo / Ouka Leele
«Orgullo y aversión»
Junto a una foto en blanco y negro del multicampeón del mundo de ciclismo en pista en los años 50 y 60, el felanitxer Guillem Timoner, el artista relata que para los niños del pueblo fue el «primer héroe visible». Poco después añade: «Es trágico, pero quizá fue Sciascia, el siciliano, quien mejor explicó el espíritu mallorquín. La insularidad. Esa mezcla de orgullo y de aversión a la insularidad. Sciascia afirma que los buenos sicilianos están siempre solos y los malos forman grupos, clanes, mafias, partidos... Me pasa también a mí. Desde el siglo XIV por lo menos», confiesa Barceló.
A lo largo del volumen, de 264 páginas, también cuenta que su madre le transmitió su pasión por la pintura, habla de que la vida en África le influyó mucho en su obra y esboza travesías, como la que hizo en el velero Thopaga, desde donde admiró los colores malva y azafrán de las rocas y comprobó una vez más lo que aprendió de niño: «El mar es mi respiración».

El dibujo con parte del verso de Góngora que da título al libro / Gallimard
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