El ilusionista Jorge Blass actuará en el Auditorium de Palma los días 6, 7 y 8 de octubre con lo que él considera que «es la magia del siglo XXI». Flipar, su último espectáculo, es un formato mayor a los anteriores, es más interactivo con el espectador y tiene cerca de 50 números «a un ritmo vertiginoso». También hay momentos más líricos, como el juego inspirado en la magia con cartas de Juan Tamariz, un número con 2.000 piezas de Lego y teletransportación. En su caso, afirma, le gustaría teletransportarse «en situaciones difíciles», como cuando se fracturó el fémur poco antes de estrenar este show o «cuando hay políticos cerca», bromea.
Tras unos tres años de preparación, el mago Blass ha iniciado la gira con este espectáculo para todos los públicos. «Lo que pretende Flipar es hacer flipar a todos los espectadores. Es dejarse llevar por una emoción que produce la magia y que es inigualable a ninguna otra: ver lo imposible, que está sucediendo delante de tus ojos, y no lo puedes creer». Como aperitivo, este miércoles por la tarde estará en el centro comercial Fan, con juegos de magia a muy corta distancia.
La evolución en sus espectáculos es patente. «En mis shows de hace 10 años o 15, había a lo mejor 10 efectos de magia. En este hay cerca de 50 en una hora y media, no paran de pasar cosas y son todo ilusiones muy originales: hay un momento en que hacemos invisible a un espectador, hay magia interactiva que sucede en las manos del público, también hay magia con tecnología, utilizamos los teléfonos móviles de todo el público para crear un momento de asombro», explica. «Ilusiones que pretenden despertar la emoción más pura que produce la magia, que es flipar, emocionarse con algo», resume.
Magia interactiva
Blass ha actuado en Palma con distintos espectáculos, pero no lo hacía desde hace unos años. «Estoy muy feliz con este show porque muestra lo que es mi visión de cómo es la magia del siglo XXI, una magia que por encima de todo es interactiva con el espectador. El que quiera va a poder participar, subir al escenario, sentirlo en sus propias manos, el espectador no es un mero observador de lo que está pasando, es partícipe». Y asegura que la respuesta del público sorprende: «Sentamos ese pacto desde el inicio: los que quieran participar, que se levanten, lo que no, que estén tranquilos en la butaca que nadie les va a molestar. Y eso, la gente lo recibe muy bien y te encuentras que hay muchas personas que quieren participar. Y cuando lo viven, ya no lo olvidan».
Flipar empieza con un número musical de cinco minutos en el que Blass canta y, al mismo tiempo, hace 28 efectos de magia. «Lo que pretendía es que cuando termine, el espectador diga ¡guau!, esto ya ha merecido la pena. Y a partir de ahí, para arriba. Lo decía Truffaut: empieza una película con un terremoto... y de ahí para arriba», indica el mago.
Desde hace tiempo, este ilusionista trabaja con un equipo que entiende muy bien su manera de actuar. «Lo primero es tener claro los conceptos y la idea, y luego los contenidos», comenta. En ese punto, «cada juego lleva muchos meses de preparación, de probar, de fallar, de volver a intentarlo. Es un proceso largo, hay algunos trucos de magia que se quedan por el camino porque no conseguimos materializarlos y otros, en cambio, sí funcionan», dice al respecto. En este espectáculo, su premisa ha sido «¿qué puede emocionar a un público del siglo XXI? No tiene nada que ver con lo que tenía Houdini hace 100 años, o nosotros mismos hace 15, el público evoluciona muy rápido», señala.
«La magia tiene que ser sorpresa porque si algo espera el público que se sienta delante de nosotros es que sea sorprendido continuamente», avisa el ilusionista.