Entrevista

Imanol Arias: "Ya no hay protagonistas poderosos de mi edad en las series"

Para el actor, interpretar el papel de Willy Loman es trabajar el teatro desde la profundidad del texto, más allá de la escenografía

Imanol Arias estrena "Muerte de un viajante".

Imanol Arias estrena "Muerte de un viajante". / FERNANDO BUSTAMANTE

Saray Fajardo

Imanol Arias acaba de aterrizar en Valencia para presentar la obra “Muerte de un viajante”, de Arthur Miller, en la que encarna al protagonista Willy Loman. Aún no ha llegado al teatro Olympia y ya ha captado la atención de muchos de los que pasean por la calle Sant Vicent Màrtir, que no dudan en pedirle una foto. Arias lleva más de 50 años en esta profesión, pero todavía mantiene esa ilusión intacta. Con una sonrisa responde a la petición e inmortaliza el momento con algunas de sus fans.

Comenta que desde pequeño había soñado con interpretar a a Willy Loman en “Muerte de un viajante”. ¿Cómo recibe la noticia?

Lo dejé caer un día para que se hiciesen a la día. Al cabo de un tiempo, me preguntaron qué me parecería hacer “Muerte de un viajante”. Yo tenía muchas ganas y mucha ilusión. Quizá por la vida que había llevado, no me había parado a pensar qué es lo que no conocía de esta función. Pero sabía por qué quería hacerla, me parecía poderosa. Cuando vi la versión, me di cuenta que todo lo que había soñado desde niño pertenecía a una forma de hacer la función, pero ahora tenía otra estructura mucho más poderosa. A partir de ese conocimiento, decido y quiero trabajar en el teatro en esa dirección. Al teatro hay que quitarle la parafernalia. Debe predominar la historia y el texto.

Al teatro hay que quitarle la parafernalia. Debe predominar la historia y el texto"

¿Cree que las funciones teatrales ahora se centran más en el texto y no tanto en la escenografía?

Hay un elemento económico, pero también hay una necesidad de, sin romper la ciencia teatral, llegar al espectador. En el audiovisual, el sonido, en cuanto a la lectura del texto, no es tan importante. Lo importante son las imágenes. Sin embargo, cuando la palabra tiene importancia y construye cosas, la gente más joven ve la historia desde un lado menos atacante.

Imanol Arias estrena "Muerte de un viajante".

Imanol Arias estrena "Muerte de un viajante". / FERNANDO BUSTAMANTE

Ha trabajado en televisión y en la gran pantalla, ¿cómo se prepara para afrontar estos papeles en un lugar en el que el texto es tan importante?

El teatro es un elemento artístico, un arte producido por artesanos. El teatro hay que tomarlo como una pieza arquitectónica de sonido. No hay más de siete actores, elementos muy diversos y la capacidad de traspasar. Todo se hace con la palabra.

Volviendo a la obra, interpreta a Willy Loman, ¿se ve reflejado en él?

Lo interpreto desde la más descarnada sensación. No hago nada más que ponerme en su piel y recorrer el texto y la historia. Solo tenemos en común la edad porque lo estrené cuando tenía su edad. Yo también tengo dos hijos varones, aunque no tengo la misma relación que Willy, y soy un hombre que viaja y está fuera de casa. Esas son las únicas condiciones porque nunca tuve problemas con mis hijos. Esas diferencias son las que tengo que romper en el ensayo previo.

Jon Arias encarna a al hijo de Willy en la obra, ¿cómo es trabajar con él?

Jon es hijo de actores. Te planteas a quién se parece: a papá o a mamá. No solo físicamente, sino en la forma de atacar las cosas. Salió como su madre, ya que es súper trabajador y preciso. Pero tiene algo de la locura de su padre. Afortunadamente, y al contrario de Willy Loman, me doy cuenta que Jon no es como yo. Es mucho mejor que yo. Yo no quiero que se parezca a mí. Su forma de enfrentarse a la profesión es diferente. Es una mezcla entre su madre, que creó toda una familia con su sacrificio, y su padre, que nunca sacrificó nada, pero estuvo ahí en la familia.

Siempre ha comentado que aprende mucho con el teatro, ¿está pensando en centrarse completamente en él y dejar otros proyectos de televisión o la gran pantalla?

Me dejarán a mí poco a poco porque no hay protagonistas poderosos de mi edad en las series. Estoy haciendo personajes más cortos. Terminaré de rodar “Cuéntame”. Fuera de Antonio Alcántara, ¿qué voy a protagonizar? Es el teatro, que, además, tiene que ver con el envejecimiento. Estoy más sano, vivo mejor y con más conciencia cuando hago teatro. En un rodaje, no leo la prensa, me cuesta llamar a mi familia… estoy en mi mundo.

Mi ilusión no es cumplir 67 años y trabajar 300 días al año. Trabajo mucho, pero los días que no tengo que trabajar, eso de rascarme la tripa conscientemente y no hacer nada que esté programado es una tendencia que hago mucho. Cuando termine el rodaje y solo tenga que hacer esta función, viviré otra etapa de la vida más rica, me ocuparé de mis cosas.

Mi ilusión no es cumplir 67 años y trabajar 300 días al año"

¿Cómo ha llevado la etiqueta de “Cuéntame”?

No hemos sabido llevarlo nadie. Empecé en 1975 profesionalmente. En 50 años de profesión, 22 han sido con un solo proyecto y eso es rarísimo. Puedes digerir el éxito, pero no digieres la cantidad de tiempo que dedicas a un personaje. Ese personaje está tan lleno que no sabes si tú te pareces a él o él se parece a ti, pero nos parecemos. Es un éxito que ha transformado mucho mi vida. Yo no tengo tantas películas como mi generación, pero he hecho 200 películas de “Cuéntame”, ya que he hecho 400 capítulos.

Willy Loman es un viajante de comercio que ha entregado todo su esfuerzo y su carrera profesional a la empresa para la que trabaja. Su único objetivo es darle una vida mejor a su familia, su mujer y sus dos hijos, que le adoran y a los que quiere inculcarles la ambición por triunfar y progresar en la escala social.

Trabajador infatigable, ahora, con sesenta y tres años, exhausto y agotado tras una vida sin descanso, ve cómo su posición en la empresa se tambalea. Sus ventas ya no son las que eran y su productividad cae en picado, lo que provoca que la relación con sus jefes se haga insostenible. Su matrimonio tampoco va bien, y la relación con sus hijos esconde un antiguo secreto que les llena de resentimiento y que amenaza con destrozar la estabilidad familiar. Todo ello le lleva a una espiral de depresión y autodestrucción, en la que su único apoyo es su abnegada esposa, la única que parece entenderle. A medida que se complican los acontecimientos y sus sueños se desvanecen, todo se precipita hacia un final trágico al que el vencido viajante parece inexorablemente abocado.

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